Carles Puigdemont tiene un problema. Nunca pensó que compaginar ser el líder moral de Junts y presidir el Consejo de la República le supondría un problema político. Y es que, cuando empezaron las negociaciones entre Junts y el PSOE por la investidura de Pedro Sánchez, el expresidente recobró un protagonismo inesperado, al ser él quien marcaba las condiciones y en quien el partido volcaba toda la confianza para llevar a buen recaudo trae el diálogo. De hecho, Puigdemont asumió este rol sin estar en la dirección de Junts ni tener ningún cargo. Tiempo atrás, cuando todavía pensaba que podía erigirse como líder transversal del independentismo, decidió –de acuerdo con el partido– abandonar la dirección y no optar a ningún cargo en Junts. Incluso se planteó dejar de militar.
Ahora, sin embargo, es el encargado de negociar y el más interesado en llegar a un acuerdo con el PSOE. Pero el Consejo de la República que él fundó y preside con orgullo acaba de realizar una consulta, y por abrumadora mayoría (74,9% de los votos) ha pedido “bloquear” la investidura y no negociar con el PSOE. Por eso, con este panorama, un estrecho colaborador suyo admite que deberá acabar “traicionando sí o sí” a algunos de los suyos: o Junts, o el Consell.
