Primero. Confesión
Sin apenas mala conciencia: si apelando al lado oscuro de mi alma, me hubieran preguntado antes de la votación de investidura de Núñez Feijóo por el nombre de un diputado o diputada cuya torpeza o ridículo me hubiera hecho más feliz (y sé que es malo y mezquino reírse del error ajeno) no hubiera dudado ni un nanosegundo: Eduard Pujol, uno de los más fanáticos, impresentables, hispanofóbicos y superventilados personajes del nacional-secesionismo más conservador, ex presentador de 8TV y compañero y amigo de doña Pilar Rahola. Fui feliz por minutos. La realidad y el deseo hechos realidad.
Segundo. Castellanofobia
El pleno del Parlament de Cataluña del 29 de septiembre aprobó una propuesta de resolución de ERC en la que se instaba al Govern (está en sus manos) a preservar y defender lo que llaman (es uno de sus mantras) “modelo de escuela catalana” [es decir, monolingüismo .Cat] en un contexto, añadieron, “de injerencias judiciales, mediáticas y políticas que pretenden eliminar el catalán de la escuela». ¿Injerencias que pretenden eliminar el catalán de la escuela». ¿Conocen a alguna fuerza política, Vox no excluida, que pretenda erradicar el catalán de colegios, institutos y universidades?
La iniciativa salió adelante con los votos a favor de ERC, Junts y CUP y también de En Comú Podem. El PSC se abstuvo.
El pleno rechazó, en cambio, con los votos en contra de En Comú Podem y el PSC, las propuestas de resolución de Ciutadans, PP y Vox que pedían otorgar al castellano el carácter de lengua también vehicular de aprendizaje en el sistema educativo catalán (es decir, ¡una asignatura lectiva en castellano en la enseñanza preuniversitaria, de eso se está hablando!). De igual modo, el pleno rechazó también instar al Govern a «comprometerse a acatar las sentencias del 25% del español», es decir, se apoyó, de nuevo con los votos de En Comú Podem, el incumplimiento de la ley.
En síntesis: los diputados/as de En Comú Podem no solo votan cogidos de la mano de las fuerzas secesionistas sino que creen (o dicen creer) un ataque al país o al catalán que el castellano (lengua materna de más de la mitad de la ciudadanía catalana, también de muchos de los diputados) -no ocurre así con el inglés- sea considerado una lengua vehicular en la enseñanza primaria y secundaria, sin menoscabo desde luego del catalán.
Hablamos, por supuesto, de la enseñanza pública. Nadie dice nada de la enseñanza concertada (donde hacen lo que consideran oportuno) o de las escuelas privadas tipo Aula, escuela europea. Muchos de los diputados que apoyan la inmersión total en catalán (incluso a su uso obligado en patios y reuniones escolares de todo tipo) llevan sus hijos a escuelas donde no se practica esa inmersión.
Tercero. Resolución del que llaman conflicto.
Se afirma estos días que amnistía y autodeterminación (la legislación internacional habla de situaciones, la del Sahara por ejemplo, que nada tienen que ver con la de Cataluña, Lombardía o Baviera, por ejemplo) son las condiciones necesarias y casi suficientes para resolver el conflicto Cataluña-España (o expresión afín). Pero es falso, rotundamente falso.
Si se ejerciera lo que consideran falsamente un derecho (es decir, que una parte decida sobre los límites del todo, sin que el resto del todo pueda emitir opinión) y el resultado no les fuera favorable, volverían a las mismas. Seguirían en el mismo sendero, con el mismo discurso victimario, y, sentado el precedente, cuando la situación les fuera más propicia (por ejemplo, un gobierno PP con el apoyo de Vox) volverían a la misma casilla. Y así una y otra vez, hasta que les salieran las cuentas.
Con más claridad: para las fuerzas secesionistas la resolución del “conflicto” no pasa por el ejercicio de lo que ellos llaman falsamente “dret a decidir”, sino por la independencia, por la creación de un muro-Estado. Si no hay tal, el “conflicto” España versus Cataluña (en realidad, Cataluña nacionalista versus el resto de España y la Cataluña no nacionalista) sigue en pie. No admiten una solución que no sea esa.
