Sandro Rosell ha dejado meridianamente claro que no existen razones objetivas para dudar de la línea apuntada por el excomisario José Manuel Villarejo sobre el papel que tuvo Joan Laporta en la cárcel preventiva sufrida durante dos años, por un proceso judicial basado en mentiras y falsedades. Por otro lado, sin embargo, también ha admitido que no acaba de creérselo y que, con el paso de las horas y tras realizar un análisis más frío y racional, está más convencido de que Villarejo trata de distraer y de poner en foco sobre personas y personajes que no son, en realidad, quienes apretaron el botón rojo de esa persecución en su contra desde que accedió a la presidencia del FC Barcelona en 2010. Por ese motivo, por llegar a señalar al verdadero culpable, Rosell ha reforzado su confianza en que, a través de la querella presentada contra el propio Villarejo, pueda llegar a identificar a quien considera el responsable, sobre todo, de ese episodio de prisión preventiva de dos años para él y para su socio, Joan Besolí, sin ningún motivo ni argumento.
Para Rosell, los indicios y las revelaciones de unos y otros sitúan a este culpable no muy lejos de ese entorno laportista con el poder suficiente para coquetear, moverse por las cloacas del Estado y poder influir en el aparato centralista que parece controlarlo todo.
Sobre la acusación de Villarejo, en el sentido de que Laporta pasó la información que le costó ir a prisión, ha manifestado sus dudas: «Quiero no creérmelo. Desde que lo escuché ayer me enfadé mucho pensando que un 1% pueda ser verdad. Te sacude el cerebro una información como esta. Reflexioné mucho porque son dos años de tu vida y la de Joan Besolí. Es durísimo y me afectó mucho y estuve pensando todas las derivadas. La primera fue que si Villarejo explicó que el 1 de octubre el que ordenó las cargas fue el señor Zoido, ¿se lo creyó? Eso nos lo creímos. También dijo que Alicia Sánchez Camacho había dado una serie de nombres, entre ellos el mío, ¿se lo cree? Hay unas cintas que lo confirman. Luego dijo que a la juez Lamela la habían promocionado tras mi instrucción como premio. ¿Dónde está la señora Lamela? En el Supremo. Estuve analizando la entrevista, la revisé y excepto el tema de Joan Laporta, todas las demás afirmaciones me las creí. No sé. Es cuando dices: vamos a ver la fuente qué dice y por qué lo dice. Me creí el resto y aparqué en la nevera el comentario sobre Laporta. Pero dicho esto no me quiero creer que Jan sea así. Nos conocemos desde los 17 años. Nos conocemos mucho y siempre hemos tenido una relación de amor y desamor. Me hizo pensar. Todo lo que dijo, excepto esto, me lo creí. Luego pensé: si dice esto, ¿qué gana poniendo a Laporta bajo el foco? O lo pone porque es verdad o porque es mentira y está cubriendo a alguien. Primero, ver si es verdad. Y si no es verdad, ¿por qué lo dice? Si lo dice mintiendo, que quiero pensar que sí, ¿a quién cubre?».
Rosell planteó poner fin a esta guerra intestina entre los tres últimos presidentes con una cumbre de paz «por el bien del Barça. Deseo muchísimo que cuando nos veamos con Jan, tanto él como yo, como Bartomeu, hemos de hacer una catarsis y decir ya vale, siempre y cuando lo que dijo Villarejo sea mentira, porque si no esa catarsis es imposible. Los tres tenemos que encontrarnos, decirnos de todo, lo que haga falta, e intentar que nadie ponga más problemas constantes y encausando al club. Toca hacerlo. Insisto, cuando esté convencido de que lo que dijo Villarejo es falso, por nuestro bien y por el bien del club habría que partir de cero y volver a empezar y que cada uno aporte lo que pueda para salvar al club. Por mi parte es posible recuperar la situación, con Bartomeu tengo amistad y con Laporta una relación de amor y desamor, pero siempre recuerdo más las cosas buenas».
