«Poco a poco» y «después del verano» son las palabras más repetidas esta semana en el Parlament. Los partidos catalanes no intensificarán hasta septiembre las negociaciones para abordar una posible investidura del candidato del PSOE, Pedro Sánchez. O, como muy temprano, a finales de agosto.
El PSOE apunta que quiere negociar «sin prisa» y constata que los partidos tienen que descansar y «digerir» los resultados del 23-J. El único compromiso ineludible es la constitución de las Cortes Generales, el 17 de agosto, día que también se definen la Mesa del Congreso y los grupos de la cámara baja.
ERC ha reservado a sus líderes en Madrid la próxima legislatura para liderar estas negociaciones de carácter más «operativo». Gabriel Rufián y Teresa Jordà, junto con la senadora Sara Bailac, son el equipo designado para liderar las conversaciones con el PSOE -sobre todo-, de cara a la jornada del 17 de agosto.
Junts, consciente de su nuevo papel decisivo, no tiene prisa. «Cerrado por vacaciones», ironizan voces de dentro de la formación. Hasta septiembre no esperan nada relevante. Lo primero que quieren hacer es abrir una ronda con partidos y entidades independentistas para intentar pactar unos «puntos comunes», a pesar de que recelan de ERC. Y después se plantean una negociación por separado, de cada partido, con el Gobierno de España.
A diferencia de ERC, Junts todavía no ha hecho público su equipo negociador, pero fuentes del partido posconvergente dejan claro que el expresidente Carles Puigdemont «estará» en las negociaciones, con un papel más o menos activo desde el Bélgica. Un papel que tienen intención de llevar «con la máxima discreción y paciencia», señalan desde su oficina. Si bien están «a la espera» de acabar de definir esta participación, subrayan que «es el presidente legítimo del país y este hecho no lo podemos olvidar».
