Lluís Escolà, el mosso privado de Puigdemont

Juicio al ex consejero Miquel Buch y a su “asesor” por camuflar un servicio de escolta al presidente prófugo pagado con recursos públicos de la Generalitat

Lluís Escolà (esquerra) i Jami Matamala (mig) eren la ‘guàrdia de corps’ de Carles Puigdemont a Waterloo

“Semana 58. Añadimos UK. Maicaminareusol. Y vivirlo en directo no tiene precio”. El mensaje fue tuiteado el 15 de diciembre del 2018 en la cuenta del sargento Lluís Escolà, que desde hacía más de un año controlaba al por menor todo el operativo de seguridad del expresidente Carles Puigdemont, que se encontraba a Waterloo. Cómo decía en el mensaje, era la semana 58 de servicio. Es decir, había pasado un año y un mes y medio desde el inicio de la fuga a Bélgica.

Escolà era asesor del conseller de Interior, Miquel Buch, desde el 30 de julio del 2018. En los meses posteriores, la mayor parte de su vida transcurrió lejos de Cataluña. Su era una asesoría peculiar… y a distancia. Peculiar, porque los informes que tenía que hacer como asesor, insustanciales, diminutos y llenos de errores, no parecían los más adecuados para tenerlos en cuenta a la hora de tomar decisiones. Y a distancia, porque durante su etapa como asesor el sargento pasaba más tiempo cerca de Carles Puigdemont en Waterloo o siguiéndolo en sus frecuentes viajes por el planeta que cerca de Miquel Buch, a quien tenía que asesorar.

En los meses posteriores a su nombramiento como asesor, Escolà dejó abundante literatura sobre su verdadera dedicación. El 6 de agosto del 2018, escribía en su cuenta de Twitter: “41 semanas haciéndonos cargo del MHPG. Mientras no sea legal, se hará legítimamente”. Es decir, que ante la legalidad, el sargento oponía lo que él consideraba legitimidad, aunque esta supusiera dar protección a un fugitivo de la justicia española.

El 8 de septiembre del 2018, volvía a escribir: “45 semanas. Hemos estado con él en Francia, Luxemburgo, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Escocia y Suecia”. Dos días más tarde, el 10 de septiembre, escribía: “46 semanas. añadimos Suiza”. Y el 11 de octubre, remachaba: “50 semanas. añadimos islas Feroe”. Por estas fechas, la Asamblea en Defensa de las Instituciones Catalanes (AVENGO) llevaba a cabo una intensa campaña para boicotear la fiesta del 12 de octubre, a causa de las connotaciones españolas que tiene. Lo AVENGO era una plataforma con la cual un grupo de mossos independentistas mantenía contactos estrechos. “Yo mañana continuaré asesorando. Mañana trabajo. 12octsenseresacelebrar”, dijo por las redes Escolà. En aquellos momentos, estaba acompañando Puigdemont en las islas Feroe, según los mensajes que colgó en las redes. Se estuvo desde el 11 hasta el 14 de aquel mes. A las 19.51 horas del 14 de octubre, se despedía de aquel territorio danés: “Adiós Feroe. Un placer”.

El fiscal ha certificado la estancia de Escolà junto a Puigdemont en una docena y media de viajes. El sargento presumía que estaba prestando un “servicio a la patria”. Y el mismo Carles Puigdemont, que declaró como testigo por videoconferencia el viernes 30 de junio, dijo: “Escolà es un amigo que me merece toda la confianza. Es un patriota y si está aquí es por prestar un servicio al país, y por ninguna otra razón. Yo lo he visto sufrir por culpa de su espalda, y sacrificó incluso su vida privada para acompañarme en momentos difíciles. Pero era porque no querían cumplir la ley y garantizar mi protección, puesto que mi condición de expresidente me da como prerrogativa tener un servicio de seguridad”. En resumen, Puigdemont dice que Escolà no era su escolta, pero da a entender que no habría estado a su lado si hubiera tenido escolta.

Sin amigos en el cuerpo

Fuera del círculo íntimo de Puigdemont, Escolà era un agente respetado profesionalmente, pero criticado por su personalidad. “Era un hombre que no tenía amigos en el cuerpo y que tenía fama de ser mucho chulo y muy estirado”, dice un agente de los mossos que lo trató. En esta apreciación coinciden varios de sus compañeros: “Por la naturaleza de su trabajo, tenía unos horarios muy flexibles y se relacionaba poco con el resto de escoltas. Únicamente trataba con los de su propio equipo”, dicen. Todos coinciden en su autonomía laboral y en cierta soberbia.

El fiscal pide para Escolà 4 años y medio de prisión y 23 de inhabilitación, mientras que para Buch pide 6 años de prisión y 27 de inhabilitación por los presuntos delitos de prevaricación y malversación de fondo. La prevaricación se refiere al nombramiento como asesor del hombre que tenía que ser el jefe de seguridad encubierto de Puigdemont. La malversación, porque durante los 224 días en que fue, teóricamente, asesor de Buch cobró 52.712,26 euros de la Administración. Ante el tribunal han pasado ya mandos de los Mossos y expertos que examinaron el caso. Los días 14 y 15 de julio próximos, declararán los acusados, y tanto la Fiscalía como las defensas presentarán sus informes finales. Al inicio del juicio, una delegación de Junts en que había Laura Borràs, Jordi Turull, Míriam Nogueras y el ex conseller Damià Calvet se presentó en la sede del TSJC para apoyarlos. Otra delegación de ERC acudió también a apoyarlos: allá había Carme Forcadell y Teresa Jordà.

De momento, lo que trasluce de los tres días en que se ha celebrado la vista, es que Escolà se puso a las órdenes del expresidente desde el primer minuto de la fuga, el domingo 29 de octubre del 2017. El día 30 de octubre se lo cogió de fiesta, y del 31 de octubre al 21 de noviembre hizo vacaciones. Del 22 de noviembre al 5 de diciembre, hizo fiesta derivada de “permisos por guardias no presenciales”. El 7, el 11 y el 12 de diciembre no trabajó por el mismo motivo. Del 13 al 20 de diciembre, se cogió permisos por asuntos personales. Y del 21 de diciembre al 25 de enero del 2018, “fiesta por regulación horaria”.

El 26 de enero, se le dio a conocer el resultado del expediente abierto en su contra: se lo había adscrito provisionalmente en la Región Metropolitana Sur (Martorell), a pesar de que no llegó a incorporarse nunca, porque cogió vacaciones y encadenó fiestas hasta el 12 de marzo y, a partir de aquí, tuvo una “baja médica por contingencias comunes hasta el 20 de julio”. Es en esta fecha cuando se hace un expediente para averiguar sus ausencias.

“En definitiva, durante el periodo comprendido entre el 30 de octubre del 2017 y el 20 de julio del 2018, el señor Escolà no hizo un solo día de servicio activo en su actividad propia de funcionario de la policía autonómica, y se detectaron en cambio numerosas salidas al extranjero para prestar tareas de custodia y de seguridad por el ya entonces procesado rebelde señor Puigdemont”, se dice. El 20 de julio, el director general de la Policía, Andreu Joan Martínez, resolvió definitivamente el expediente, anuló el traslado a Martorell, pero lo trasladó forzosamente del área de escoltas para pasar a la Comisaría General de Recursos Operativos, “con exactamente el mismo nivel retributivo”.

El nuevo héroe

El independentismo ha tomado partido por su nuevo héroe. Lo dice la misma AVENGO, que el 24 de junio pasado anunciaba: “La semana que viene juzgan el compañero y héroe Lluís Escolà. Recordamos que en Mossos lo persiguieron hasta hacerlo marchar del CME”. AVENGO Interior, la plataforma de funcionarios independentistas de la consellería, alertó, una vez iniciado el juicio y después de haber pasado los primeros testigos, del hecho “que altos mandos de los Mossos declaren contra un compañero (a quien la DAI y el cuerpo han hecho la vida imposible) es de una bajeza extraordinaria. Al CME somos corporativistas solo para tapar los propias vergüenzas y mantener el estatus de algunos. Somos un país en broma”. El principal testimonio fue el del exjefe de Investigación Criminal, Toni Rodríguez, ahora desplazado como intendente en jefe del Área Básica Policial (ABP) de Rubí.

La cúpula de la Generalitat presionó para que el Gobierno central permitiera poner una escolta a Puigdemont durante su fuga a Waterloo, pero el ministerio del Interior se negó a aceptarlo. Fruto de esto fue que se inició el expediente de contratación de Escolà a Interior, y el 27 de julio del 2018, el DOGC publicaba su fichaje por Buch como asesor de categoría A y nivel 28. Ya por sí mismo, este nombramiento tenía que ser nulo, porque el funcionario de clase A tiene que tener un título universitario, y Escolà solo tiene “las titulaciones de bachillerato y los cursos ‘básicos de escoltas’ y ‘de apoyo vital básico y desfibrilador externo automático’”.

Por eso, el fiscal sostiene que “esta carencia de los más mínimos conocimientos o capacitación para el ejercicio de la función encomendada es patente si se compara con la titulación académica del recientemente designado asesor con la persona que, en aquellas fechas, realizaba las funcionas de ‘asesor en materia de seguridad pública al departamento de Interior”. Era una persona licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, con posgrado en Derecho Local Avanzado y posgrado en Protocolo y Relaciones Institucionales.

A pesar de su pobre currículum, Escolà se ganó la confianza y la amistad de Puigdemont, con quien coincidía en una visión hiperventilada del independentismo y en su aversión a todo lo que sonara a español. “Su mérito más grande era ser un independentista sin complejos, y de esto dejó muchas pruebas en las redes sociales”, dice un agente de los Mossos.

La situación en Interior después de su fichaje parecía la “conjura de los bachilleres”, porque el mismo conseller, Miquel Buch, tampoco tiene estudios: en su biografía oficial aparecen solo estudios de FP a la rama administrativa y experiencia laboral como portero de discoteca en Badalona y en una empresa familiar de correduría de seguros, antes de dedicarse a la política. En la actualidad, tiene su propia empresa, creada el 31 de enero pasado y dedicada a la “consultoría empresarial y apoyo a las empresas como actividad principal”, pero también a “asesoramiento en materia urbanística, organización de convenciones, asambleas y cursos formativos, etcétera”.

AVENGO denunció una persecución que no existía, puesto que el expediente abierto a Escolà era de libro: a un agente que oculta sus actividades a sus compañeros y superiores y las acciones del cual perjudican el cuerpo es obligatorio abrirle expediente. Pero los funcionarios hiperventilados no lo ven así y denuncian que le abrieron “hasta nueve informes a la Fiscalía para incriminarlo”. Pero no deja de ser extraño que de los 224 días que trabajó como asesor, 103 hubiera estado en el extranjero, 101 en Cataluña (aunque no están todos certificados y podía haber algunos viajes que no se pudieron contrastar) y 20 días en paradero desconocido.

¿Era escolta o era amigo? El intendente Toni Rodríguez, que investigó las aventuras de Escolà, señaló que “cuando un escolta trabaja mucho con una personalidad política, se puede llegar a establecer una relación de confianza y de intimidad. Esto le pasó a Escolà con Puigdemont”. Pero también afirmó que desde que ayudó a huir el expresidente “está haciendo tareas de protección de Puigdemont en Bélgica. Lo sabemos porque él lo dice en las redes sociales. Aquí nos conocemos todos, y esto generó mucha incomodidad a la estructura del cuerpo. Pero, aparte de la exhibición pública en Twitter, hay varias personas que lo acreditan, como un jefe que fue a Waterloo y que al volver lo confirmó y dijo que Escolà estaba reclutando gente para proteger Puigdemont. Además, hay como mínimo dos personas de los Mossos que lo acompañan en el viaje en Bélgica y dos mossos más fueron detenidos con él en Alemania. Pero se sabía que eran bastantes más”.

Estas apreciaciones coinciden con las provocaciones del mismo Escolà en las redes sociales. En agosto del 2018, decía: “No sufráis. Somos muchos más de los que parece los que lo cuidamos”. La Navidad del 2018, lo felicitó públicamente: “Felices fiestas, presidente, de parte de todos sus escoltas. Donec perficiam”. Y el 27 de diciembre de aquel año publicaba otro tuit: “El cartero solo ha tenido que llamar una vez. Siempre estamos. Muchas gracias AVENGO Interior”. Acompañaba el texto una foto de una felicitación navideña de esta entidad enviada en un sobre en que se hacía constar “Área de Escoltas del Presidente”.

No se puede olvidar tampoco que, cuando fue detenido en Alemania el marzo del 2018, lo acompañaban, además de Jami Matamala y Josep Lluís Alay, jefe de su oficina, dos mossos: Xavier Goicoechea y Carlos de Pedro. Ahora todos niegan que tanta proliferación de mossos a su alrededor tuviera que ver con algún tipo de protección. Pero el intendente Toni Rodríguez, que dirigió la investigación interna, es muy claro sobre este tema: “Siempre fue muy prolífico en las redes, y esta dinámica se acentuó mucho después de ser nombrado personal eventual. Publicaba proclamas ideológicas independentistas y fotos de los lugares donde estaba. Y decía que era escolta del presidente y que estaba protegiendo el presidente”.

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