Los agricultores se reúnen en Madrid para reclamar ayudas urgentes para sobrevivir a la sequía

El sector necesita medidas fiscales para afrontar las pérdidas y los sobrecostes actuales

Decenas de agricultores se han desplazado en tractor a Madrid procedentes de Cataluña, València, Andalucía, Castilla-La Mancha o Cantabria para reclamar al gobierno central medidas urgentes para paliar los efectos de la extrema sequía en los campos de nuestro país. Es una acción inédita que quiere lanzar una llamada de alerta sobre la grave situación que viven los agricultores para garantizar las producciones agroalimentarias, continuar cultivando las tierras y seguir viviendo de esta actividad económica. La sequía pone en riesgo tanto la producción de la campaña en curso como la supervivencia de las plantaciones.

Por eso, la adopción de medidas de acompañamiento por parte de las administraciones es clave para garantizar la supervivencia del sector primario. Entre las medidas solicitadas, hay ayudas directas para reducir las pérdidas y los sobrecostes; más flexibilización de la Política Agraria Común (PEC); medidas fiscales, y mejoras de financiación, entre otros.

Jaume Pedrós, del sindicato agrario Unió de Pagesos, expone a EL TRIANGLE que participa en la tractorada hasta Madrid porque “muchos campesinos no tendremos recursos, y no podemos permitir que el año que viene los agricultores no tengan ni para comprar la semilla que tienen que sembrar”. Según manifiesta, “la sequía es muy fuerte, y si queremos gente en el territorio, se tiene que poder ganar la vida y hay que cuidar el entorno y la gente que tiene que vivir”.

Una de las amenazas actuales para el sector es la fuerte limitación del riego a las cosechas. En declaraciones a EL TRIANGLE, el responsable nacional de fruta dulce de Unió de Pagesos, Jaume Gardeñes, alerta de que “si no nos dan más riego de supervivencia no salvaremos ni el árbol ni la fruta”. Según indica, “hay que asegurar el riego de julio, agosto y septiembre”. Para poner un ejemplo, Cataluña es una gran productora de manzana en toda España, y “la cosecha de este año está en peligro”, según Gardeñes, por las fuertes restricciones de riego adoptadas por las administraciones.

Conscientes de las limitaciones de acceso al agua, los agricultores ya están haciendo esfuerzos para encontrar, y en alguna zona se han localizado minas que pueden salvar alguna finca, pero en otros lugares no ha habido tanta suerte. Además de hacer pozos para encontrar minas de agua, otra fórmula que están impulsando los agricultores es la colocación de mallas, que consiguen ahorrar un 40% de agua, según Gardeñes. Él mismo ha hecho una prueba en una plantación de seis hectáreas de peras y ha conseguido reducir el riego de dos a tres días a una vez por semana. El grado de evaporación es más pequeño y, por lo tanto, se puede usar menos agua en el riego.

La dura sequía de este año, pero, no es el único quebradero de cabeza de los agricultores a causa del impacto del cambio climático en la agricultura. Según relata Jaume Gardeñes, el cambio climático condiciona la producción de la fruta de semilla en Cataluña, y en especial en las tierras de Lleida, porque “se necesitan inviernos frescos y también heladas, para poder hacer fruta”. Por el responsable de Unió de Pagesos, “a la larga, Lleida será cómo València. Tendremos que cambiar los cultivos y hacer naranjas y aguacates”.

Sin inviernos frescos y temperaturas que bajen a cero grados, la plaga de la mosca de la fruta no moriría durante los meses de invierno, y malograría la producción. Jaume Gardeñes concreta que “hasta ahora la mosca llegaba al Baix Ebre a finales de julio, y a finales de agosto estaba en Lleida, hecho que permitía salvar la producción en la zona. Actualmente, pero, la plaga de la mosca de la fruta ya está en Lleida y ya se están haciendo capturas para intentar salvar la producción”.

Sin personal en el campo
El trabajo en el campo es duro por las condiciones climáticas, pero también por la temporalidad de la contratación. Según los dos responsables de Unió de Pagesos entrevistados, cada vez cuesta más encontrar personal para las explotaciones agrarias. El responsable de temporeros del sindicato, Jaume Pedrós, destaca que “si una persona puede trabajar en un lugar con aire acondicionado lo prefiere a venir al campo. Cuesta mucho encontrar personal”.

Este año, pero, se ha podido hacer un acuerdo y se cuenta con un contingente procedente de Colombia, que permite cubrir determinados puestos de trabajo en el campo. Según Pedrós, “en Lleida, la campaña mueve 30.000 personas, y ahora mismo falta gente. Aun así, todo hace pensar que, con el impacto de la sequía y la falta de riego, podría ser que cuando se llegue al grueso de la campaña de pera y manzana haya problemas porque puede ser que sobre gente. Ahora falta gente, pero puede ser que pronto sobre”.

Cómo relatan los responsables agrarios, las necesidades de personal cada vez son más difíciles de prever y hacen falta herramientas de flexibilización para la contratación. Otra propuesta es favorecer la regularización de personas que viven en el campo y tienen experiencia en el campo, pero que no pueden trabajar porque no tienen la documentación en regla.

Las temperaturas extremas cada vez serán más habituales en verano
Las olas de calor extraordinarias cada vez serán más habituales y habrá que buscar nuevos hábitos para adaptarnos en esta realidad. De hecho, España es uno de los países más afectados por el incremento de las temperaturas a causa del cambio climático, y algunos estudios ya indican que una de cada tres muertes por calor está relacionada con el calentamiento global.

Durante los meses de junio a agosto del año 2022, las altas temperaturas provocaron en España más de 12.000 muertos, de las cuales más de 5.000 se produjeron por efectos del calor extremo. De hecho, el verano de 2022 se convirtió en el más caluroso de España desde los años 60, y se teme que el verano de 2023 repita esta tendencia.

Cómo es lógico, si hace más calor en los espacios abiertos durante los horarios laborales, habrá que proteger quienes trabajan al aire libre modificando sus horarios o adaptando su puesto de trabajo. El responsable de temporeros de Unió de Pasesos, Jaume Pedrós, manifiesta que “en el campo siempre ha hecho calor. Nuestros abuelos ya adaptaban sus horarios al calor, y se intenta hacer los trabajos más duros en las horas que hace menos calor; ya sea a primeras horas de la mañana o bien a las últimas del anochecer”.

Según el responsable del sindicato agrario, las mejores horas para trabajar, en el caso de la fruta, serían de seis de la mañana a doce del mediodía, y retomar la actividad de cinco a nueve de la noche. Desgraciadamente, según Jaume Pedrós, este horario fraccionado en medio para descansar durante las horas de más calor no es fácil de negociar con los temporeros. “Los trabajadores prefieren más hacer un horario más seguido y con más calor, en su contra”.

En estas horas de temperatura más alta “no se rinde tanto, se sufre más y si se da el caso que los trabajadores hacen el ramadán, el tema se complica más porque no beben agua durante el día”. Aun así, hay trabajadores que viven lejos del puesto de trabajo y, por lo tanto, prefieren trabajar seguido y no parar la actividad laboral durante las horas del mediodía, según expone el responsable sindical.

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