Con Laporta ha aumentado el gasto de las secciones a más del doble

Antes de la pandemia, el club destinaba a reforzarlas el 5% de los ingresos, mientras que ahora se 'comen' el 12% con espectaculares cifras de coste y pésima gestión en el baloncesto y el fútbol base

Joan Laporta
Joan Laporta

Las secciones profesionales del FC Barcelona han llegado a convertirse en un serio problema económico y financiero, no solo desde que Joan Laporta se ha comprometido con LaLiga a realizar un exhaustivo plan de recortes. También el fútbol debe apretarse el cinturón y rebajar la masa salarial con ventas que, de momento, no se han producido. Ni existen indicios de que vayan a producirse pronto ni que vayan a ser fáciles por las especiales características de un club como el Barça, que cuando compra lo hace buscando la excelencia al precio más alto y cuando pretende vender las amortizaciones son pesadas y los salarios inigualables lejos del Camp Nou. Así ha sido históricamente.

Para Laporta, aun teniendo en cuenta esta dinámica, la dificultad de hoy, entre la tragedia y el drama, estriba en que los recortes, el control económico y del gasto en todas las áreas del club debió acometerse en cuanto se encendieron las alarmas por la caída de los ingresos hace un año -significativo pese al final de la pandemia-, la reactivación de todos los negocios y la recuperación turística.

El nuevo presidente, proclamado en marzo de 2021, leyó confusa y erróneamente esos indicadores. O, para ser más exactos y justificadamente críticos, los pasó por alto porque priorizó usar la situación para engordar la propaganda electoralista y mediática orientada a empeorar el legado recibido. De forma deliberada, por tanto, eligió arrinconar sus responsabilidades y no afrontar, como gestor con el poder absoluto otorgado por los socios, la toma de decisiones que requería la situación.

Despreció el hecho de que, por causa de la covid, el bajón anual de ingresos llegó a los 250 millones, y cometió un grave e imperdonable pecado de soberbia y negligencia al suponer que, con el ahorro de la ficha de Messi y ganando una Liga, la tesorería recuperaría el nivel de la pandemia, igual que lo ha hecho el resto de los grandes clubs. Aún peor que eso: se dedicó a gastar lo que no tenía usando palancas inútiles, empobreciendo el club y arrastrándolo a un pozo casi sin fondo.

Resulta inadmisible haber presupuestado, como hizo el año pasado, unos ingresos ordinarios de 655 millones con una masa salarial de 656 millones (¡1 millón menos de ingresos que el volumen del coste deportivo en fichas!) y unos gastos totales de 1.065 millones. Evidentemente, no se han cumplido las burdas e infundadas mentiras sobre una recuperación de los ingresos comerciales, de los procedentes del match day y de los traspasos, una anomalía que ya se había producido en la anterior campaña (2021-22). Ese gran engaño propuesto por la junta se la creyó la comisión económica estratégica, la misma que ahora ha dado luz verde al Espai Barça y se ofende porque le envían un burofax pidiéndole explicaciones, que, a su vez, convenció a los socios para que lo aprobaran en asamblea. El resultado, agravado por el revés de caer eliminado dos veces seguidas en Europa, y la insuficiencia crónica de esta junta para explotar los activos, ha sido otra catástrofe.

El ejemplo ilustrativo de las secciones demuestra la barbarie cometida con un presupuesto, incluido el futbol base (y la Masía) de 113 millones, de los cuales el fútbol debía aportar 78,7 millones. Históricamente, las anteriores juntas habían destinado el 5% de los ingresos del fútbol para apoyarlas, como se hizo en la última temporada prepandemia, con esos 990 millones de facturación, de los cuales 54,1 se inyectaron a las secciones.

Por el contrario, en el ejercicio 2022-23 la previsión era desviar un 12% -o sea, más del doble-, una cobertura imposible de sostener ni en el mejor de los sueños, como ya había quedado demostrado en el primer año entero de excesos de Laporta, pese a la sensación de euforia por la reapertura de las instalaciones al público, al cien por cien, y el regreso masivo del turismo. Todo el mundo recuperó ingresos en Europa menos el Barça de Laporta.

Además, tampoco los números que circulan sobre el efecto Mirotic, que parece haber sido el detonante de la gran depresión vivida en el Palau, justifican haberlo señalado como el culpable de los recortes drásticos adoptados. Cuando Mirotic es fichado en la campaña 2019-20, junto con más refuerzos, la masa salarial de la sección de baloncesto aumenta en 4,5 millones, una inversión calculada al amparo del crecimiento presupuestario previsto tras los 990 millones del récord establecido la temporada anterior y con las expectativas de que un gran equipo podía mejorar las taquillas y los abonados del Palau.

Tras la pandemia, realmente, el baloncesto ha ido aumentando su retorno respecto del ejercicio 2018-19 en un volumen de 5 millones aproximadamente, mientras que con el aterrizaje de la nueva junta, a partir de la 2020-21, los salarios subieron 9 millones (hasta los 39,4 millones). El presupuesto descomunal de la temporada recién cerrada era de 37 millones en salarios, 12 millones más que hace cuatro años.

Ciertamente, lo que reflejan los balances es un descontrol exagerado del gasto desde la llegada de Laporta, también especialmente en el futbol base (incluida la Masía), donde la previsión para este ejercicio era de una contribución del fútbol de 32,7 millones pese a la rebaja en salarios, de 26,6 millones (2021-22) a 22,6 millones (2022-23), debido a que si en el anterior cierre se registraron 20,8 millones en ventas, esta temporada se estimaba en prácticamente cero los ingresos por traspasos, de apenas 75.000 euros.

Tan inexplicable como las 14 bajas recién concedidas en el Barça Atlètic, entre ellas futbolistas por los que se pagaron cantidades apreciables. La lectura inevitable es que todo lo que quedaba de bueno por vender de la herencia recibida se tradujo en ventas por 28,8 millones en la 2019-20 y los 20,8 millones de la 2021-22.

Con razón, la economía de Laporta se encuentra ahora contra las cuerdas, de nuevo por culpa de esa improvisación permanente instalada en su estilo de gobierno, mientras que, superada la fecha del 30 de junio, no han trascendido los números del cierre del ejercicio.

Encima, deberá gastar más de lo previsto en maquillarlas, como sea, para que LaLiga le permita disponer de cierto margen salarial en una temporada en la que, escandalosamente, se han registrado beneficios extraordinarios por valor de 600 millones netos, que suponen el 56,3% de los ingresos, y el resultado ordinario de pérdidas previstas superará los 200 millones. Sólo falta saber qué truco utilizará para presentarlas falsamente como un gran balance de gestión.

(Visited 138 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario