El entorno no reacciona al expolio total del Barça firmado por Laporta

Los grupos de opinión, puestos en ridículo por la junta, callan de forma cobarde, Víctor Font se amaga, favorable a la conversión en SA, Jaume Llopis se niega a impugnar y la prensa mira a otro lado mayoritariamente

Joan Laporta, en un acte sobre l'Espai Barça

Esta semana barcelonista viene marcada por el impacto de la destacada información sobre el verdadero contenido del acuerdo de financiación con los inversores del Espai Barça, descubierto gracias a un documento elevado a escritura pública que recoge las auténticas entrañas del contrato en forma de un fondo de titulización. El documento ha quedado depositado, tras su firma y validación, en el seno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), pues una forma de recuperar la inversión es, como está previsto, salir a bolsa sobre el valor de los ingresos futuros del Camp Nou (mínimo 250 millones), que los inversores controlarán en su totalidad, menos los 100 millones primeros que ingresará el club a partir de que el estadio esté terminado y en pleno funcionamiento. En relación con la rentabilidad actual por los mismos conceptos, el Barça dejará de ganar entre 50 y 75 millones.

Los detalles del acuerdo que ya se empiezan a conocer ponen de relieve que el engaño a los socios por parte de la junta de Joan Laporta es de una dimensión y calado que supera cualquier expectativa. Respecto de las informaciones ofrecidas por Laporta, con cuentagotas y envueltas en misterios y confusión, se desprende que ha sido completamente falseado el tipo de interés, que no es del 5,5%, sino del 7,3% con posibilidad de aumentar en función del Euribor. Ha resulta ser ilusorio que sólo estén comprometidos los ingresos futuros, pues el contrato especifica que cualquier incumplimiento o incidencia (fair play financiero, condena por el caso Negreira, menos ingresos, etc.) supone que el control y el mando operativo del club pasa a manos de los inversores. Ha resultado también que, como ya se prevé un escenario definido sobre la imposibilidad de retornar el préstamo, la obligada renegociación del préstamo conducirá a la inevitable reversión de la deuda a cambio de la transmisión de la propiedad del club a manos de los inversores. Y ha resultado, por citar solamente los aspectos más relevantes, que desde luego no está contemplado ni el resto del Campus Barça ni tampoco el nuevo Palau Blaugrana, con la agravante de que la junta de Joan Laporta ya no es dueña de la decisión sobre si el nuevo Palau -en su día planeado, aprobado por los socios y con su proyecto arquitectónico asignado hace tiempo al estudio ganador del concurso- se construye o no. Lo decidirán, en cualquier caso, los inversores y no la directiva de Laporta que, además de mentir frontalmente y sin el menor rubor, se ha desentendido del Palau por la sencilla razón de que sólo es un estorbo en sus planes.

Pero tanto o más preocupante que estas noticias alarmantes y aterradoras está siendo la reacción silenciosa y resignada del entorno azulgrana, incapaz de reaccionar y ni siquiera de condenar o censurar el increíble ejercicio de falsedad y de manipulación de esta junta que, en resumidas cuentas, ha vendido el club a un fondo de inversión en una exhibición de crueldad y de falta de sensibilidad sin precedentes movida por sus propios intereses, distintos de los del club.

Laporta no sólo ha sido capaz de algo tan monstruoso como lo que ha firmado con tal de beneficiar la contratación de Limak, su verdadera obsesión de los últimos meses. Sabe que nadie le va a llevar la contraria, mucho menos esos ridículos grupos de opinión como Dignitat Blaugrana, Seguiment FCB, etc., ahora agrupados bajo el sello de Àgora Blaugrana, a los que ha pisoteado después de usar y a los que prometió responder a las 88 preguntas que envió a la directiva sobre el Espai Barça. Además de no responderles, reírse de ellos y ponerlos en evidencia estos activistas que se crispaban contra Josep Maria Bartomeu porque el equipo sólo ganaba la Liga, como este año, pero jugaba las semifinales de la Champions y la final del Copa del Rey, optan ahora por callar, tragarse su propia vergüenza y convertirse en cómplices del mayor expolio cometido nunca contra el Barça por una junta directiva a espaldas de los socios.

No ha aparecido tampoco Víctor Font, a quien se le atribuía, al menos hasta que ha podido hacer negocios con el club, un papel de defensor de los socios, no necesariamente como opositor o crítico permanente, aunque sí como vigilante y legítimo representante de los miles de socios que lo votaron. También se ha borrado de la actualidad porque ni se atreve a levantar la voz ni está del todo en contra de que el club se convierta en una sociedad anónima, pues de facto ya puede considerarse así como resultado de la deuda contraída, inasumible e imposible de devolver y de un contrato leonino, al borde de la usura, a favor de sus prestamistas. La conclusión es, nuevamente contraria a lo divulgada por Laporta, que los inversores no se fían ni un pelo de Laporta.

Jaume Llopis, que pareció tomar inicialmente las riendas de una réplica social, pidiendo explicaciones formales mediante un requerimiento a la Comissió Econòmica Estratègica, ya ha recibido una respuesta insatisfactoria y grotesca por su parte, en el sentido de que sólo es una comisión consultiva, y ahora busca la fórmula para procesar esa ambigüedad en forma acusatoria contra esta comisión, ciertamente intrascendente, cuando, en realidad, cualquier contramedida debería dirigirse contra la junta directiva de Laporta, única y directa responsable de esta catástrofe. Llopis, sin embargo, ya ha avisado de que no tiene la menor intención de hacerlo mediante una impugnación sobre la base de un incumplimiento estatutario que parece claro a la vista las evidencias sobre lo aprobado en asamblea y referéndum en cuanto al Espai Barça y lo firmado realmente a favor de los bancos.

Por último, el silencio más atronador, lesivo y colaboracionista es el de la prensa mayoritaria que, además de creerse y de publicar, divulgar y defender todos los embustes de Laporta y de su junta, colosales sobre el Espai Barça, cierra los ojos ante la contundencia y rigor de las pruebas notariales que niegan absolutamente todo aquello que han explicado, engañoso, manipulado e inventado sobre el Espai Barça. Un proyecto reducido ahora por Laporta a quemar 1.380 millones, más los descomunales intereses comprometidos, exclusivamente en la reforma del Camp Nou a manos de Limak y de una explotación controlada por las empresas amigas de Florentino Pérez.

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