Juli Guiu insulta a Tebas porque no deja hacer trampas a Laporta

"Sería burro si no nos ayuda por Messi", ha dicho el vicepresidente de marketing, en la misma línea deficiente de su trayectoria como el directivo que cerró con Spotify el peor acuerdo de patrocinio del club

Juli Guiu

Uno de los hombres de confianza de Joan Laporta, el vicepresidente de marketing, Juli Guiu, nunca se opuso en su momento a la decisión de su presidente de echar a Messi de un día para otro. Como el resto de los palmeros de la junta, se deshizo en elogios por la determinación y personalidad de un presidente con la valentía y los arrestos de prescindir del mejor futbolista de todos los tiempos, engañando a los socios que le habían votado precisamente porque parecía que era el único candidato a la presidencia que, pese a la situación económica en el tramo final de la pandemia, era capaz de convencerlo para que continuara.

Juli Guiu, a continuación, se puso al frente de la búsqueda del mejor patrocinador principal para el Barça teniendo en cuenta que Rakuten terminaba contrato y era preciso cerrar la llegada de otro lo antes posible. A él se debe atribuir, en gran parte -o al menos así lo reconoció el presidente-, que el Barça firmara el más bajo de los acuerdos de patrocinio de los grandes clubs europeos, por debajo de las condiciones que había cerrado Josep Maria Bartomeu a cambio de los mismos activos y cediendo el naming del Camp Nou, que nunca se aprobó en asamblea, por un precio sustancialmente por debajo de las expectativas. Fuentes fiables han confirmado, sobre esa misma operación, que casi 10 millones de euros se los acabó llevando Darren Dein, el intermediario inglés clave en una negociación tan extraordinaria que ha sido inexplicada e inexplicable para los socios del FC Barcelona, un mérito imputable en buena parte a la verborrea y el buen cartel del presidente Laporta, el nuevo e indiscutible rey de las asambleas telemáticas.

Algún día, Juli Guiu o Joan Laporta deberían explicar por qué los ingresos ordinarios del club no se han recuperado tras la pandemia y el Barça es único club grande que se ha atascado, pese a ese acuerdo de patrocinio, y por qué se calcula que esta temporada el déficit de la explotación, sin palancas, será de casi 200 millones.

Entre tanto, sin embargo, se les ha ocurrido que Messi puede solucionar el triple desaguisado que causó la desafortunada decisión de echarlo: la caída de los ingresos ordinarios, la pérdida del valor de la marca y la incapacidad manifiesta del equipo para competir con las mínimas garantías en Europa.

La primera reflexión que el barcelonismo debería hacerse es que si Messi es ahora tan buena idea, ¿no habría sido mucho mejor no deshacerse de él hace dos años (o sea, no haberse equivocado tan gravemente)?

La segunda es que, si los mismos directivos que entonces apostaron por su marcha, porque era la gran solución a todos los males, ahora están dispuestos a cualquier cosa por tenerlo de vuelta, quizás deberían admitir cuando menos su error, pedir disculpas y ofrecer un plan lo bastante bueno, desde el área de marketing y comercial, como para garantizar la reparación de las pérdidas ocasionadas.

La mala noticia, de hecho pésima, es que no existe ninguna previsión al respecto, que traer a Messi es otra ocurrencia temperamental e improvisada de Laporta que choca de frente contra el que, al menos hasta hoy, es su otro gran plan: cerrar la financiación con Limak, endeudar el club hasta un punto de no retorno con el Espai Barça– o sea, condenarlo a su transformación en SA-, y además emigrar a Montjuïc.

Es evidente que si Juli Guiu posee los más mínimos conocimientos sobre marketing, considere una barbaridad y un error, aún mayor que echar a Messi, traerlo cuando el aforo se reduce a la mitad, el museo a una décima parte y el tour del Camp Nou deja de existir. Pero no lo hace, no al menos en público ni tampoco consta a nivel interno, en la dinámica de una junta que ya no le discute, no se atreve, absolutamente nada a su presidente.

Para Juli Guiu, Messi «sigue siendo el futbolista número uno del mundo, sin ninguna duda. Haaland no tiene el tirón que tiene Messi. Es evidente que su regreso sería positivo en el mundo del marketing«, ha dicho en el contexto de un discurso impregnando de laportismo puro y duro del que parece haberse impregnado. «Tebas sería burro si no nos ayuda por Messi», ha añadido con esa proverbial inclinación a que sean los demás, en este caso Javier Tebas, quienes corrijan y solucionen los errores de bulto de esta junta azulgrana que, definitivamente, ha entrado en una espiral de locura y de confusión. Insultar y descalificar al presidente de LaLiga no parece, en la misma línea de la trayectoria de Guiu al frente del área de marketing en el Barça, la forma más inteligente de actuar, no tanto por la reacción de Tebas, que posiblemente no perderá un minuto en responderle, como por la imagen nuevamente devaluada e irrespetuosa del club azulgrana.

Es la representación más gráfica de la táctica de Laporta de siempre: saltarse la normativa, la ley, y luego hacerse la víctima, el ofendido y el perseguido por las consecuencias. No se puede ser, en este caso, más cínico ni malintencionado, pues llorar de antemano e insultar a Tebas si no le deja al Barça hacer trampas para colar el fichaje de Messi suena ciertamente a recurso patético e infantil. Más aún cuando, por la mala gestión propia, no es posible si quiera inscribir a Gavi, mejorar el contrato de Araujo, renovar a Marcos Alonso y evitar que se escape Balde.

Precisamente, al respecto de la vuelta de Messi ha sido Tebas el que ha celebrado la noticia, sin duda beneficiosa para la Liga, precisando que, en ningún caso se iban a cambiar los criterios del control económico aprobados por los propios clubs y de aplicación, sin excepciones, también para todos los clubs.

El problema sigue siendo el mismo: Laporta creyó que, con 34 años, Messi estaba completamente acabado y que cerraba la mejor operación de su historia dándole una patada en el trasero y ahorrándose el salario que pedía por quedarse, 60 millones por cuatro años. Ni remotamente, además, pensó, como tampoco nadie de su junta, que ganaría un Mundial que le coronaría como el mejor futbolista de todos los tiempos un año más tarde. ¿De ese monumental y catastrófico error tuvo la culpa Tebas?

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