Laporta abre otro frente de guerra acusando al Madrid de ser el equipo de los árbitros

Se complica su propia estrategia al denunciar el cinismo de Florentino Pérez por querellarse, pero sigue en su equipo de la Superliga mientras busca hacerse el simpático ante la UEFA

Joan Laporta y Florentino Pérez
Joan Laporta y Florentino Pérez.

Joan Laporta se ha ensañado contra el Real Madrid como nunca antes lo había hecho un presidente del FC Barcelona en la rueda de prensa que debía servir para justificar, explicar y contextualizar el caso Negreira. El presidente azulgrana, sin embargo, dio pocos detalles y mantuvo esa línea de defensa de lo que considera una campaña de desprestigio contra el Barça utilizando las revelaciones sobre unos pagos millonarios al ex colegiado Enríquez Negreira a lo largo de diecisiete años. Para abundar en esa postura victimista decidió alzar la voz en protesta por la reacción del Real Madrid de personarse en la instrucción promovida desde la Fiscalía Anticorrupción alegando ser parte perjudicada.

El ataque frontal y directo en esta rivalidad de fondo contra el Real Madrid es el que ya provocó ayer mismo en Madrid un verdadero tsunami institucional. “Todo el mundo sabe que el Real Madrid es un club históricamente favorecido por los errores arbitrales, el club del régimen. Durante siete décadas los presidentes de los árbitros han sido ex socios del Madrid, exjugadores o exdirectivos. A veces, todo al mismo tiempo durante 70 años, los que han designado a los árbitros que debían impartir justicia. Que este club se persone en la mejor época de nuestro club es un ejercicio de cinismo sin precedentes. Ojalá este juicio les deje en evidencia”, manifestó Laporta con una energía, contundencia y precisión que, en cambio, escasearon a la hora de probar y de argumentar los siete millones pagados al clan Negreira.

Laporta prefirió disparar por elevación contra Javier Tebas, aunque en un tono recatado si se compara con otros ataques de Laporta, al que se espera presencialmente en la asamblea de la Liga de este miércoles, y contra el Real Madrid aunque se mostró más condescendiente y amistoso con la posición del Consejo Superior de Deportes y especialmente con el presidente de la RFEF de Luís Rubiales pese que han actuado, igual que LaLiga, sumándose a la querella contra el FC Barcelona.

La Federación Española puede tener influencia, o al menos eso cree Laporta, a la hora de reducir la agresividad verbalizada por el presidente de la propia UEFA, Alexander Ceferin, en el sentido de que el caso Negreira es lo más grave que ha visto nunca en el fútbol. Con tal de evitar la expulsión del Barça de las competiciones europeas, que es la principal consecuencia del caso Negreira hoy por hoy, Laporta parece dispuesto a mostrar su mejor cara y a mantener abiertos los pocos canales de diálogo que le quedan con la UEFA.

Una vía estratégica que, como casi todo lo que hace Laporta, se presta a confusión y a interpretaciones contradictorias, pues le servirá de muy poco poner cara de bueno ante la UEFA si en la misma rueda de prensa defiende la idoneidad y necesidad de poner en marcha la Superliga, el proyecto que ha puesto en pie de guerra a los tres únicos clubs beligerantes, Real Madrid, Barça y Juventus, contra el máximo organismo europeo.

Es un equilibrio complicado y difícil por no decir imposible en estos momentos tan agitados y de riesgo institucional del Barça. “Estamos en la sociedad que impulsa la Superliga de Europa porque pensamos en defender la sostenibilidad del fútbol europeo y de los clubs que compiten contra otros que tienen todos los recursos. Estamos aquí para luchar hasta con la última gota de sangre por el club y defender la estabilidad de los clubs, por convicción propia, no porque esté el Madrid o la Juventus. No quiero desviar el tema hacia el Madrid, lo hago porque se personaron…”, hubo de matizar después de todo para evitar la colleja de Florentino Perez, aunque reconoció que “Las relaciones institucionales están tocadas. La concordia entre instituciones está dañada por este ejercicio impropio del Madrid de presentarse. Beligerantes han sido ellos al personarse como acusación particular cuando ya lo hizo la Liga. No quiero desviar la atención, pero tenía que decirselo a nuestros aficionados”.

Es decir, que Laporta es tan capaz de afirmar alto y claro que el Real Madrid es el equipo preferido de los árbitros de toda la vida, insinuando que también en los tiempos modernos, como de hacer seguidismo activo de las intenciones de Florentino de promover la Superliga y de levantar la mano para dejar claro que en esta otra batalla se puede contar con el Barça, paradójica y abiertamente en oposición a los intereses y los planes de la UEFA.

Las reacciones desde Madrid no se hicieron esperar, de momento poco visibles o airadas, aunque de indudable indignación y malestar en el propio club madridista y en el estamento arbitral. Laporta sabía perfectamente lo que se hacía cuando destapaba esta caja de los truenos al poner en contraste las sospechas levantadas en Madrid por el caso Negreira, sobre la supuesta influencia del Barça en el medio arbitral, frente a esa histórica y demostrada tendencia madridista del arbitraje español.

Sin embargo, no es lo mismo que la prensa barcelonista y el entorno del club sea sensible a esta pertinaz tendencia blanca de los árbitros, antes y después de Guruceta, y otra cosa distinta que el presidente del FC Barcelona levante la voz y sugiera que los títulos ganados por el Real Madrid y los perdidos por el Barça durante los últimos 70 años puedan haberse decantado en un sentido o en otro por la diligencia del estamento arbitral. En Madrid, este órdago del presidente del Barça ha encendido a determinados sectores del poder del mundo del fútbol, incluidos los políticos, y también los mediáticos, no sólo por esta forma de defenderse del caso Negreira desde el Camp Nou. Es muy posible que Florentino, pese a sus ganas y suficiencia para seguir manejando a Laporta a su antojo, deba replantearse hasta esa apariencia de que no se habla con Laporta aunque en la trastienda el presidente del Real Madrid le siga marcando el paso y controlando el sangrado del Barça de Laporta.

Oportunamente o no, ya se verá, Laporta ha abierto otro frente de batalla para escenificar que él es un presidente capaz de desafiar al mundo él solo con esta nueva declaración de guerra que, en el fondo, no deja de ser y de ilustrar este modo de zigzaguear sin demasiado rumbo fijo y tratando, sin ninguna posibilidad de conseguirlo, de seguir en el frente de la Superliga y estar a buenas con la UEFA, atacar al madridismo institucionalmente e ir de su mano en la propia gestión del Barça. Laporta se está complicando aún más esta presidencia.

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