Laporta no podrá ni devolver el primer pago del Espai Barça de 416 millones

Aunque no lo denuncian ni alertan a los socios, los propios analistas 'laportistas' consideran imposible asumir su financiación (1.500 millones) según el plan de KBRT

Joan Laporta
Joan Laporta.

Se mire por donde se mire, la renovada financiación del Espai Barça ha sufrido destacadas reformas de urgencia por parte de la agencia Kroll Bond Rating Agency (KBRT) que, según los expertos, mejora las condiciones del primer planteamiento presentado hace apenas unas semanas y al mismo tiempo acusa el impacto del caso Negreira, pues la calificación de la deuda ha bajado, como se sabe, al filo de bono basura. Igualmente, los costes añadidos y los tipos de interés aplicables a los distintos tramos previstos para la emisión de bonos, cinco en total de 250 millones, se sigue antojando un escenario tan imposible, fantasioso y frívolo que sólo Joan Laporta mantiene la firme determinación de seguir adelante contra toda lógica y sentido común.

Los analistas como Marc Duch, azote del voto de censura contra Josep Maria Bartomeu y tránsfuga que vendió su ‘alma’ barcelonista a Víctor Font y después a Laporta, admiten que “hasta la temporada 2026/27 debemos abonar 416 millones y debemos hacerlo con los ingresos de Montjuic (?) o del Camp Nou en obras, con un déficit de explotación estructural (perdemos dinero cada año) y sin recursos propios. En el mejor de los casos, si los intereses se reducen, deberemos abonar unos 360 millones. El problema es el mismo: no los generamos. A partir de 2027/28 sí que tenemos el estadio a pleno rendimiento y, en el mejor de los casos, tenemos unos ingresos totales de 340 millones (estimación Legends)”.

El problema es que el club sólo retendrá 100 millones (menos de los 150 que ahora genera el estadio) mientras que “los 240 restantes deben servir para pagar a los bonistas; se aguanta con pinzas”, añade, convencido que sólo en el mejor de los escenarios en cuanto a ingresos del nuevo Spotify permitirá cumplir con los pagos de la devolución sin ningún margen de aprovechamiento o de beneficio para el Barça. Según él, “las proyecciones son únicamente para la financiación de 1.300 millones estructurada en 5 tramos. Habrá que añadir intereses y cuotas de los 200 millones de préstamo bancario y habrá que añadir comisiones de intermediación y colocación + management fees del Fondo de Titulización”.

Finalmente, sostiene lo siguiente sobre las cinco emisiones de 250 millones soportados por los bonos: “Es razonable pensar que los tramo 1 y 2, con vencimientos a 5 y 7 años, pueden estar alrededor del 6,5% siendo generosos. El tramo 3, con vencimiento a 9 años, puede estar alrededor del 8% y los tramos 4 y 5, con vencimientos a 21 y 24 años, puede estar bastante por encima del 8%”. Concluye con dos reflexiones tan contradictorias y disparatadas como el propio diseño de la financiación, por un lado, afirma que habrá “dificultades muy severas para asumir pagos hasta 2027 y severas hasta 2032” y, por otro, que “si superamos el período 2023-2032 sin apalancarnos más, después ya hace bajada”. Duch omite expresamente, como el resto de este coordinado club de ‘palmeros’, que las palancas han minorado los ingresos en la peor y más crítica de las circunstancias y que LaLiga de Javier Tebas ya ha desvelado y expuesto la inviabilidad de la actividad ordinaria del Barça de Laporta a partir del 1 de julio próximo sin tener en cuenta otras nimiedades como el Espai Barça.

Sin ninguna duda, Laporta se encuentra en el atolladero más estrecho y complicado de su segundo mandato, firmemente determinado a validar la elección de Limak y jugarse el futuro del club en una apuesta de 1.500 millones que, además, no incluye el nuevo Palau Blaugrana. Lo peor de la situación actual es que Laporta se encuentra solo y sin el apoyo incondicional, como hasta ahora, dentro de su propia organización, sobre todo en el segundo anillo de su círculo de ejecutivos y colaboradores. Nadie considera viable seguir con el plan de acelerar el traslado a Montjuic sin el proyecto arquitectónico realizado, la licencia municipal en el limbo, la financiación amenazadoramente arriesgada y la propia estructura de ingresos del Barça de Laporta saqueada, frágil y a punto de otro derrumbe inevitable. Sólo su núcleo duro, su ‘camarote’, sus directivos y ejecutivos más leales -cada vez menos- y ese entorno perverso que lo rodea, básicamente el equipo entero que liquidó el Reus con la única excepción de Joan Oliver y el fichaje de Enric Masip, le alienta a seguir inmerso en una espiral de locura de la que no parece dispuesto a salir. Sus más próximos han perdido también el control de la situación, como el propio Laporta, y cualquier capacidad crítica, de debate y de contrasta de opiniones con un personaje que ya no escucha a nadie.

La fecha límite del 31 de marzo para firmar el que sería el último acto de esta tragedia aumenta el nerviosismo y la incertidumbre que no es capaz de exponer, denunciar y evitar una prensa y un aparato digital que tampoco se atreven a levantar la mano en nombre de una institución tan prestigiada e histórica como el FC Barcelona.

Quienes se atreven a sugerir que la financiación propuesta por KBRT es la tumba o que Limak sólo es el interesado capricho -por decirlo benévolamente- de Laporta lo hacen en susurros, de forma críptica, aséptica y sin el necesario y urgente llamamiento a la cordura. Siguen emboscados y aferrados a la demonización del pasado, siguen mirando atrás y subrayando un relato que ya no se sostiene y que, de hecho, sugiere que ‘no estábamos tan mal’. No al menos comparado con la tragedia que hoy toca vivir como si no pasara nada.

Los gurú del laportismo en la materia, ese clan en el que se juntan Marc Ciria, Ivan Cabeza y Duch, le están haciendo, contemplativamente, el peor de los favores a Laporta con esa sumisión y cobertura de sus trastadas y aberraciones a cambio de no perder sus su posición mediática dominante y las prebendas asociadas.

Son plenamente conscientes de lo que pasa y de haberse equivocado dándole alas a Laporta y blanqueando su salvaje y desbocada gestión, pero desde luego prefieren no levantar la voz ni alertar a la población azulgrana del peligro nuclear en que se encuentra. También serán culpables además de cómplices.

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