El foco del caso Negreira se ha puesto, de entrada, en la figura histórica y controvertida del exárbitro catalán José María Enríquez Negreira, en sus tiempos impopular y polémico porque desde Madrid fue acusado de pitar con particular rigor al Real Madrid. Una fama que le valió cierto reconocimiento en el fútbol catalán y ser elevado a vicepresidente del Comité Técnico Arbitral, y a hombre de confianza de su máximo dirigente, Victoriano Sánchez Arminio.
Ahora ha saltado al primer plano de la actualidad por las consecuencias de una cadena de actuaciones ciertamente irresponsables, empezando por la sorprendente emisión de facturas desde la administración del FC Barcelona, durante 18 años, a una sociedad propiedad de un miembro del staff del estamento arbitral. No menos destacada ha resultado la imprudencia del propio beneficiario de los pagos, Enríquez Negreira, de no liquidar el IVA y llamar a voces a los inspectores de Hacienda para provocar un terremoto de los que marcan una época.
Por ese mismo motivo, de entrada, pareció que su hijo, Javier Enríquez, a través de su sociedad Soccercam SL era quien realizaba esos informes y vídeos que han de justificar, aparentemente, parte de los pagos del FC Barcelona.
Con el paso de los días, sin embargo, ha trascendido que la relación padre-hijo en lo profesional se torcieron en un momento determinado y que el rol de Javier Enríquez, el de presunto analista, ha pasado a ser algo más misterioso. Unas imágenes emitidas por El Chiringuito de Josep Pedrerol han confirmado que con frecuencia acompañaba a los árbitros al Camp Nou sin ser, oficialmente, ni apoderado del Colegio de Árbitros ni tampoco delegado para esa función por parte del FC Barcelona. También circula un audio de una conversación con un árbitro, previo a un partido del Barça, del que se puede inferir que le daba alguna consigna sobre las consecuencias de un resultado u otro.
Nada que no sirva, de momento, para alimentar más que sospechas y especulaciones, en la línea de la campaña mediática lanzada desde Madrid, pero que sí que modifica la imagen de este segundo miembro del clan Negreira, en principio alejado del ruido del caso, aproximándose y ganando protagonismo con el paso de las horas.
