Turquía, Siria, terremotos, guerras y solidaridad

En Turquía y Siria han coincidido la barbarie de las guerras y los conflictos armados con la violencia natural provocada por los terremotos. El lunes 6 de febrero, dos potentes terremotos sacudieron a ambos países. El número de víctimas mortales contabilizadas se acercaba a las 30.000 este domingo. Naciones Unidas calculaba que esta cifra podría subir hasta las 50.000. El número de heridos superaba los cien mil. El de afectados era de muchos millones. La Organización Mundial lo elevaba a 23 millones, de los cuales 1,4 millones, niños y niñas.

Parte del territorio afectado por el terremoto en Turquía corresponde a zonas en las que actúa el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización armada que lucha por la independencia de las regiones de mayoría kurda. El PKK ha anunciado que suspenderá sus acciones para facilitar la búsqueda de supervivientes siempre y cuando el ejército turco no ataque a sus milicias.

El-mostafa Benlamlih, coordinador de la ayuda humanitaria de Naciones Unidas en Siria, estima en 11 millones las personas afectadas por los terremotos en este país. «Se trata de una crisis sobre otra crisis», ha declarado. La otra crisis es la guerra que sufre Siria desde hace 12 años y que hace que 15,3 millones de personas estuvieran ya necesitadas de ayuda antes de que el suelo temblara. Cuatro millones de estas personas carecían de los alimentos y servicios mínimos para sobrevivir.

La incapacidad de las autoridades turcas e iraníes para hacer frente solas a una tragedia de esta magnitud ha movilizado la ayuda internacional. El gobierno sirio no ha facilitado mucho la labor de los bomberos, expertos y personal humanitario internacional porque beneficiaba a personas que viven en zonas ocupadas por fuerzas opuestas al régimen de Bashar el Assad.

Hemos visto estos días, pues, cómo se contraponían guerra y solidaridad. El PKK proponía detener la guerra mientras la solidaridad mostraba la mejor cara de los seres humanos.

Hace unos días, entrevisté al periodista Marc Marginedas, a raíz del estreno del documental ‘Retorno a Raqqa’, que trata de su secuestro durante seis meses, en Siria, junto a una veintena de periodistas y cooperantes de distintos países. Le pregunté si algún día habría un mundo en paz. Me respondió que ahora estamos mejor en la Segunda Guerra Mundial y que cree que en el futuro las guerras serán menos devastadoras.

La solidaridad, como se ha vuelto a ver en Turquía y Siria, existe. Y seguirá existiendo el día en que no haya guerras. Ni devastadoras ni no devastadoras.

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