La presencia de las payasas de Pallapupas en los hospitales tiene un contrastado efecto benéfico para los niños que están internados

Abordar la salud emocional de los pacientes es esencial para la sanación y la recuperación

Pallapupas

La Cris Parera y la Encarna Gómez son dos profesionales del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona que atienen a los niños y sus familias desde hace muchos años. La Cris, clown profesional de Pallapupas, utiliza el humor como herramienta de trabajo, mientras que la Encarna pertenece al equipo sanitario como enfermera especialista pediátrica. Gracias a su integración como miembros de un mismo equipo, los pacientes y sus familiares reciben un abordaje sanitario y emocional que permite mejorar de manera integral su salud y bienestar.

Este método que incorpora el humor como tratamiento no farmacológico toma mucha importancia en el quirófano, a pesar de que también se está aplicando en hospitales de día, plantas de hospitalización, oncología o urgencias de 15 hospitales y centros sociosanitarios de todo Cataluña. En declaraciones a EL TRIANGLE, la enfermera Encarna Gómez detalla que “cuando vienen en el hospital a hacer una cirugía, tienen miedos, están asustados y, desde el primer momento, hacemos una acogida muy cálida. Los profesionales de Pallapupas están a nuestro lado y se adaptan a nuestras necesidades con mucho de respeto”. Antes de intervenir con el niño o niña, la Encarna explica que la payasa de hospital, como es el caso de la Cris Parera, pregunta a los sanitarios “como está la sala, qué niños hay, qué características tienen, y entonces, de forma muy metódica y como una persona más del equipo, se hace la interacción a través del humor”.

Hay que tener presente que si los padres están tensos, los niños están tensos, y si los padres están angustiados, los niños están angustiados. Por eso, la observación de las emociones del conjunto de miembros de la familia es muy importante, como destaca la payasa de hospital Cris Parera, con más de 16 años de experiencia a Pallapupas. “Siempre vamos dos al hospital, porque donde no llega uno, llega el otro, y así la observación se duplica. Preguntamos al equipo sanitario, observamos y analizamos como sacar el miedo y la ansiedad en cada situación. Si un niño ha entrado a quirófano, ayudamos a la madre, que se desmonta cuando se duerme el hijo, y le hacemos un buen abrazo y la relajamos. Esta calidad humana se agradece mucho”. En otro caso, “vemos que una niña de diez años está muy nerviosa antes de la anestesia, y nosotros hacemos un juego, la distraemos, y al final se duerme súper bien”.

Con su intervención, consiguen liberar miedos, dispersar los nervios y permitir que el equipo sanitario trabaje mejor en el quirófano. Actualmente, Pallapupas está presente a los quirófanos de cuatro hospitales catalanes de referencia y anualmente se benefician de su actuación 13.500 personas. Según el último estudio de impacto del ONG, la presencia de Pallapupas a quirófano reduce en un 60% el miedo y en un 57% la ansiedad en pacientes pediátricos. Además, su intervención se traduce en menos complicaciones postquirúrgicas y una recuperación física postoperatoria más grande, según indica la entidad.

Para la enfermera Encarna Gómez, la intervención de Pallapupas es muy importante para el equipo médico, puesto que le facilita mucho el trabajo. “Cuando salen de la anestesia, los niños están muy descolocados, llorosos y, a veces, tristes. En aquel momento, nos funciona muy bien la presencia de los profesionales de Pallapupas, porque los calman con la palabra, los instrumentos, las canciones y se baja el nivel de ansiedad. Lo mismo pasa cuando tenemos que sacar un catéter o retirar una vía. Con humor, distraen la criatura, y esto nos facilita mucho el trabajo. Ayudan a equilibrar el equipo, creando un clima más amigable y distendido”.

La Cris Parera también ha trabajado a oncología pediátrica, donde los tratamientos de los niños son más largos y se crean “vínculos muy especiales”. La Cris recuerda el caso de un chico que fue a saludar en el hospital y le dijo que la conocía desde que tenía tres años, y ahora ya tenía 17. Me cogió la mano y me dijo que había reído mucho con nosotros. Hay situaciones que no olvidas y yo me llevo las sonrisas y los agradecimientos de los padres y del equipo sanitario”.

A Pallapupas, todos los payasos de hospital tienen un servicio de apoyo psicológico, y se hacen cursos y sesiones formativas anuales. “Compartir el luto va muy bien, porque a todos nos ha pasado aquello que aquel compañero pueda estar explicando”, relata la Cris Parera. “El clown te permite trabajar desde fuera del yo, y por tanto, a pesar de que soy sensible, he aprendido que cuando alguien realmente lo necesita, dejas de pensar en tú y piensas en la situación, en los padres, en los niños, y analizas como los puedes ayudar desde el clown”, añade.

Por Pallapupas, el gran reto es conseguir que “los payasos de hospital sean un estándar del sistema sanitario catalán, de forma que se puedan beneficiar todos sus pacientes, familiares y personal sanitario”. Integrar la cura emocional es esencial.

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