A Laporta no le llega ni para mejorar las fichas de Gavi y de Araujo

Contra su delirio de fichar en invierno y repescar a Messi, no tiene margen salarial para darle dorsal del primer equipo a Gavi y no puede cumplir con el arreglo pactado con el central uruguayo

Joan Laporta, presentando la renovación de Gavi

La vuelta a la realidad tras el Mundial será dura para Joan Laporta, que hace un mes arrancó la gran fiesta del fútbol eufórico y osado después de que el equipo consiguiera el liderato de la Liga por encima del Real Madrid. El presidente azulgrana empezó por conceder declaraciones ilusionantes, al menos para él, sobre la posibilidad de reforzar el equipo en el mercado de invierno en aquellas posiciones que, según Xavi, el equipo flaquea. En verano, si se hace un poco de memoria, cerró el mercado todavía con más ambición dando por hecho que en enero caería seguro la pieza pendiente que había de convertir el equipo azulgrana en un indiscutible candidato a competir de nuevo con los grandes por la Champions: el portugués del City Bernardo Silva. Al final del otoño, sin embargo, ese nombre desapareció completamente del panorama por la sencilla razón de que siempre fue una cortina de humo, otro de esos nombres con los que Laporta marea la perdiz de los incautos periodistas que, a diario, se tragan las ensoñaciones de un presidente al que le dio otra vez por remover el nombre de Leo Messi en el fragor de ese horno de fichajes que quiso encender antes de tiempo y precipitadamente.

Lo mismo le pasó con la selección de Luis Enrique, de amplia base azulgrana. Laporta se dejó llevar por el espejismo del 7-0 a Costa Rica y le puso a España la etiqueta de favorita, felicitó a Luis Enrique por su valentía y su juego, dándole todo el mérito de esa arrolladora exhibición en el estreno mundialista al excelente trabajo de Xavi en el Camp Nou. Llegó a afirmar que la selección “es favorita para ganar el Mundial, está entre las favoritas. Lo que pasa en la selección es consecuencia del buen trabajo que está haciendo Xavi. Luis Enrique ha estado muy acertado en hacer un bloque con jugadores de mayoritariamente un equipo que es el Barcelona. Esto facilita el juego y la adaptación. Hay un gran talento enamorando al mundo y la gran mayoría es del Barça».

Luego se ha visto que se fue de la lengua antes de tiempo, al igual que en sus delirios sobre los fichajes, pues a los pocos días de abrir el melón invernal de los refuerzos hubo de admitir que descartaba del todo a Messi “porque tiene contrato con otro club” y, también, que actualmente no dispone de margen salarial para abrir la puerta a nuevos jugadores.

El giro radical de esta situación no fue, como se ha explicado, una consecuencia de la asamblea extraordinaria de LaLiga celebrada en Dubai la semana pasada, donde se aprobaron medidas de rigor en el control financiero de los clubs, anticipando que la venta de patrimonio descontrolada, como la que había hecho Laporta meses atrás, también se ha regulado de manera que el beneficio de esas operaciones no pueden impactar más de un 5% anual en la reserva para fichajes.

Laporta conocía esas medidas desde muchos meses atrás, pues le fueron anunciadas por Javier Tebas antes de ser debatidas y aprobadas por la comisión delegada e informadas a los clubs para ser aprobadas junto con las necesarias adaptaciones a la nueva Ley del Deporte.

La estrategia de Laporta fue la de siempre: esconder la cabeza, hacerse el sordo y procurar que su relato de cara al gran público azulgrana no se viera afectado por la realidad. Vender su propio humo aun sabiendo que las cosas se van complicando cada día que pasa a causa de esa pinza que le tiene atrapado entre la sumisión a Florentino Pérez, que dirige sus fatales estrategias financieras, y el rigor económico de LaLiga, se diría que hasta demasiado flexible con palancas que han abocado al Barça a un callejón sin salida.

Ahora, cuando el invierno viene a empeorar ese panorama del Espai Barça sin financiación, sin proyecto arquitectónico, sin licencia, y con las obras de Montjuïc también por comenzar, ha trascendido que Laporta no podrá siquiera inscribir a Gavi como jugador del primer equipo a partir del 1 de enero. La renovación y ampliación de contrato que le firmó Laporta para evitar su fuga se cerraron condicionadas a ser dado de alta a partir del nuevo año con la apertura del mercado, momento en que debería dejar atrás la ficha y el dorsal del filial con el que viene jugando para conquistar ese dorsal 6 que tan meritoriamente se ha ganado. Fue RAC1, emisora del régimen, la que destapó este caso incomprensible y se diría que vergonzoso, confirmado por el propio club, que está a la espera de un traspaso o de que alguien se rebaje el salario para poder tramitar la ficha profesional de Gavi.

Lo mismo sucede con Ronald Araujo, que tampoco podrá hacer efectiva su mejora de salario a partir de enero, pendiente de un milagro o del favor de otro compañero.

Malas noticias y peores sensaciones dentro de un vestuario donde a jugadores como Iñaki Peña y Alejandro Balde se les ha prometido una revisión de sus condiciones contractuales por tratarse de futbolistas con futuro que empiezan a recibir ofertas.

El efecto Piqué, como ya se avanzó en su día, no ha provocado una gran alteración porque su salario no iba a arruinar al club, como se había publicado recurrentemente y de forma perversa para asociarlo como fuera a la mala gestión de Josep Maria Bartomeu. Para alcanzar esas cifras desatadas se habían de dar condiciones también extremas que, como se ha comprobado, eran difíciles de conseguir y que, en cualquier caso, no se podían justificar sin un gran rendimiento individual y sin éxitos del primer equipo.

La prensa, como es lógico, ha pasado de puntillas sobre esta información, inasequible a ese impulso de seguir dedicando portadas y titulares a los refuerzos que pueden llegar en enero como si verdaderamente el Barça de Laporta pudiera acecharlos. Hay periódicos que han filtrado esas listas reducidos los objetivos a futbolistas que acaban contrato y que, figuradamente, llegarían a coste cero.

Si el Barça de Laporta no puede hoy pagar los contratos de Gavi y de Araujo, no hace falta decir que tampoco hay margen para asumir contratos de nuevos jugadores, a menos que quieran jugar gratis.

A todo esto, Laporta sueña con que Ousmane Dembélé marque dos goles en una final del Mundial con Francia renovando el título, pues su cláusula de rescisión baja según algunas informaciones a 50 millones. Tampoco sobre esta extraña operación, renovar a Dembélé por sólo dos años y con una cláusula menguante, se ha explicado toda la verdad.

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