El gobierno del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, intenta, desde que ya no está Junts per Catalunya (JxCat) en el ejecutivo, dar una imagen de unidad que la anterior composición malograba día detrás día. Y del mismo modo intenta transmitir que todos sus consejeros son los más indicados para el lugar que ocupan, especialmente ahora que solo ERC conforma el Govern.
Pero, en esta imagen que se emperran a transmitir desde el vértice de la Generalitat, hay un consejero que les está costando mantener en niveles de popularidad alta o, cuando menos, sin que caiga en picado. Se trata del titular de Interior, Joan Ignasi Elena, que va de polémica en polémica y no deja de ser el centro de muchas críticas de la oposición.
Tanto es así que, en el último pleno, fue reprobado por el Parlament por la remodelación de la cúpula de los Mossos d’Esquadra que impulsó. Si a esto se suma que es uno de los consejeros que Junts tiene a su diana desde que dejó el ejecutivo, Elena es ahora mismo el eslabón más débil de un gobierno que, con un escaso apoyo parlamentario, no se puede permitir tener puntos débiles abiertos durante mucho tiempo por el riesgo de desgaste y debilitamiento.
