Revelan que Anas Laghrari, un hombre de Florentino, ha accionado las palancas de Laporta

Un artículo apócrifo recorre las redes con los detalles del gran engaño madridista al presidente azulgrana y al Barça, probable víctima de un jaque-mate financiero por culpa de la Superliga

El president del Real Madrid, Florentino Pérez
El president del Real Madrid, Florentino Pérez.

Un fenómeno asociado al que probablemente será el metaverso azulgrana, es decir, a ese mundo que sin ser irreal del todo será completamente virtual y puede que del agrado de una parte del barcelonismo que acabe sintiéndose más confortable y seguro que en el llamado mundo real, se ha producido esta semana con motivo de la asamblea del pasado domingo.

Mientras se celebraba, telemáticamente, empezó a circular por las redes sociales un artículo apócrifo sobre las relaciones entre Florentino Pérez y Joan Laporta, una pulcra y documentada radiografía de una especie de contubernio según el cual el origen de todos los males del Barça, la tormenta Laporta, devastadora, hay que buscarlo y encontrarlo en el dominio calculadamente controlado del presidente blanco sobre ese muñeco de trapo en el que se ha convertido el del Barça. La precuela del relato, aunque no lo dice expresamente, arranca cuando, poco antes de ganar las elecciones, Laporta tuvo que pedir permiso al todopoderoso hechicero blanco para colgar su famosa pancarta junto al Bernabéu.

El texto no tiene desperdicio:

“Que el Barça y el Real Madrid son vasos comunicantes es tan obvio como que los dos se necesitan uno al otro. Se retroalimentan. Una rivalidad histórica muy necesaria, aunque, a la luz de lo que ha venido sucediendo en los últimos meses, creo que tenemos que hacernos muchas preguntas sobre si es normal o no lo que ha pasado. Al menos, plantearlo y analizarlo. Y después, que cada uno extraiga sus propias conclusiones.

Verán ustedes. Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, si tiene dos personas de su máxima confianza son, sin duda, José Ángel Sánchez y Anas Laghrari. El primero lleva con Florentino más de veinte años. Es su director general, el hombre que, después del presidente, más manda en el Real Madrid. El segundo es el ‘brazo económico’ de Florentino, su consejero áulico, el banquero franco-magrebí, cofundador de Key Capital (empresa de servicios de inversión independiente orientada a clientes corporativos e inversores), que le consiguió el dinero de la ofensiva de ACS para hacerse con Abertis y también para la financiación de las obras de remodelación del Santiago Bernabéu y su posterior explotación comercial a cargo de Sixth Street.

Por si eso fuera poco, Laghrari, a través de Key Capital, lleva trabajando cinco años con Florentino Pérez en la estructura de la Superliga. Él atrajo a otros fondos de inversión y bancos, como JP Morgan, para financiar un proyecto donde también están el FC Barcelona y la Juventus. ¿Cómo será de imprescindible Laghrari que le nombraron secretario general de la sociedad que controla la Superliga?

Pues bien, Anas Laghrari, su firma Key Capital, ha sido la que ha dirigido, controlado y vehiculado la venta de tres de las palancas (activos) del FC Barcelona: los dos tramos de la venta de los derechos de televisión a Sixth Street y el porcentaje de Barça Studios a Socios.com. Laghrari ha estado durante muchas semanas en las oficinas del FC Barcelona como un ejecutivo más del club, reunido especialmente con Ferran Oliver, directivo azulgrana y CEO de la entidad desde la salida de Ferran Reverter. Operaciones por las que, obviamente, ha percibido la comisión correspondiente. Millonaria, sin duda. Expertos en este sector la cifran en no menos de diez millones de euros.

Miren, no sé si esto es ético, estético, normal, digno de aplaudir o de agradecer, pero a mí me chirría como un portón desvencijado. Lo que sí veo, ciertamente, es que cuando se trata de dinero no hay sentimientos, escudos, himnos ni rivalidades que valgan. Que la persona de máxima confianza de Florentino Pérez sea la que ‘salve’ económicamente al Barça es, cuanto menos, digno de análisis. ¿No había otros ‘conseguidores’ en el mercado? Es de esperar que Anas Laghrari cumpla a rajatabla la confidencialidad que se le debe exigir a la única persona en el mundo que conoce los ‘secretos’ de los dos gigantes futbolísticos del planeta. Ah, y permítanme una ‘maldad’: ¿encima el Barça ha de jugar con camiseta blanca la próxima temporada? ¡Vade retro!”.

La realidad es que Laporta, pese a dejarse parte de la vida del club empeñando los derechos de TV de LaLiga por 25 años, sigue abrazado a la Superliga, ese anzuelo irrechazable de 370 millones que, de entrada, ofrecido por Florentino a Laporta como la manzana del Edén, ha acabado siendo la peor de las maldiciones para el Barça. La esquizofrenia del personaje Laporta, descontrolada, ha hecho el resto, pues la apuesta por LaLiga con Sixth Street parece incompatible y antitética con la posibilidad de la Superliga a menos que el plan sea acabar con la Champions, o sea con la UEFA, como consecuencia de una gran conspiración.

Motines aparte, en el lado de la Superliga solo quedan tres de los grandes, Barça, Madrid y Juventus, atrapados en una pinza entre la UEFA y la ECA, que ahora preside, producto de una maniobra diabólica, el propio presidente del PSG, el enemigo número uno de Barça y Madrid. A uno le ha robado a Messi y al otro le ha negado a Mbappé.

El escenario se reduce, por tanto, a una guerra entre Madrid y PSG, una batalla de gigantes entre el único club capaz de ganar una Champions solo con la camiseta y un algo de brujería, como el año pasado, y el club-estado de Qatar con suficiente gas y combustible de sobras para gobernar las estrellas más caras de mercado.

La jugada maestra de Florentino, con independencia de si lo ha hecho como reza el artículo, o de cualquier otro modo, ha sido debilitar al Barça de Laporta hasta dejarlo arruinado y sin guion, mientras en el horizonte se barrunta un duelo al sol como en el salvaje oeste entre Florentino Pérez y Nasser Al-Khelaifi. La Juventus solo ha sido otro compañero de viaje necesario, pero igualmente prescindible.

El inminente fallo judicial sobre si finalmente los clubs pueden promover una competición como la Superliga, clave para saber si la UEFA es capaz de expulsar a los tres traidores, despejará las dudas sobre quién pasa a la siguiente pantalla y en qué condiciones, incluida la posibilidad de que Florentino, Al-Khelaifi y la UEFA acaben sellando un pacto que deje en la estacada a Laporta y al Barça completamente KO, fuera de la gran partida y enterrado en sus propios y equivocados errores. Todo es posible.

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