El consejero catalán de Salud, Josep Maria Argimon, es el nuevo objetivo a batir. Y no por los partidos de la oposición ni por los sindicatos y profesionales sanitarios. Es el nuevo objetivo de la maquinaria del Palau de la Generalitat y de ERC. En la eterna batalla entre los dos grandes partidos del independentismo, cada cierto tiempo aparecen nuevas obsesiones y enemigos, de un lado y del otro, y se dedican esfuerzos ingentes para abatirlos o minar su imagen. Cuando ERC o Junts ven que un diputado, un dirigente o un consejero del otro partido despunta o molesta para sus objetivos partidistas, lo atacan sin piedad. La nueva lucha desde las filas de ERC parece que es ahora contra Argimon.
Según fuentes de los republicanos, su estrategia en los últimos pasos de la desescalada de las medidas antipandemia ha sido ir por libre, no coordinarse ni con Educación ni con Presidencia, y esto desde ERC se lo guardan y se lo quieren hacer pagar. Desde las segundas filas del partido hace días que se dedican a llamar a periodistas para despotricar de él, de su equipo o de los motivos supuestamente oscuros que hay detrás su manera de hacer. “Argimon tiene aquella imagen de señor entrañable con canas, pero es un peligro si no se le frena”, dice en privado un alto cargo de la Generalitat.
