El PPC hace muchos años que está en crisis. Y que salir del pozo no le está resultando fácil no es ningún secreto. Pero tampoco ayuda que se dediquen a cambiar de criterio según sopla el viento en temas clave para el posicionamiento político. Cuando estallaron los escándalos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con su hermano y se desató la guerra fratricida contra el líder del PP, Pablo Casado, por haber intentado espiar la madrileña, el PPC y Alejandro Fernández se posicionaron públicamente del lado de Casado, después de recibir una llamada de la dirección pidiendo su apoyo.
Solo tres días después, el PPC y su líder renegaban públicamente de Casado y pedían su dimisión para entronizar Alberto Núñez Feijóo. Poco después, las voces autorizadas del PPC bendecían el pacto de los populares de Castilla y León con Vox, e incluso envidiaban poder hacer un gobierno igual en Cataluña. Pero hasta unos meses antes, ellos mismos habían renegado de Vox y de cualquier pacto con esta formación en Cataluña. Una más de las idas y venidas de un PPC que avanza sin rumbo y sin nadie que ponga orden.
