Benaiges fue despedido por Laporta con honores y mentiras

El CEO y recursos humanos del club le pagaron todo el año de contrato y facilitaron su prejubilación argumentando problemas personales

Albert Benaiges

Para vergüenza y sonrojo del barcelonismo, la directiva de Joan Laporta ha abordado el indignante “affaire” Albert Benaiges, un caso de pederastia protagonizado por un fichaje del cual ha presumido ostensiblemente la nueva junta como una “joya de la corona” del fútbol base inexplicablemente despreciada y rechazada, como un problema mediático contra el cual ha puesto en marcha una poderosa y lamentable operación de propaganda, desinformación y manipulación.

Ni un rasgo de autocrítica ni el menor rastro de admisión de culpa o de responsabilidad de una de las peores y más trascendentes decisiones electorales y de gestión del fútbol base. Si ya fue incomprensible y sólo vengativo llevar a cabo el exterminio de la cúpula formativa anterior, el staff responsable de haber pulido y dejado a punto otra generación de oro, la entrada de los apadrinados de Laporta, con Alexanko a la cabeza y Albert Benaiges como icono, faro y guía del gurú del futbol base, sobre todo porque fue despreciado por Rosell y Bartomeu, ha acabado en un escándalo de acoso y abusos sexuales a menores protagonizado por un técnico que ya estaba bajo sospecha desde hacía años y que llegaba precedido de esa mala fama.

Hoy, Albert Benaiges, destapado el escándalo, está siendo objeto de una investigación por dos vías, a través de las autoridades docentes y de los Mossos d’Esquadra si bien estos lo harán con el freno de mano puesto y sin filtraciones, a diferencia de su ‘transparencia’ mediática en casos como el Barçagate.

Desde el club, las consignas internas se han centrado en esconder el caso incluso a las altas esferas administrativas como al CEO Ferran Reverter, al que se le pidió finiquitar a Benaiges, el pasado día 2 de diciembre, por razones personales, incluso se le insinuó por enfermedad, sin ponerle al corriente de la verdad.

Fue la reacción de la cúpula directiva tras ser informada de las investigaciones del diario Ara y su inminente publicación. Lo que le produjo a Joan Laporta más preocupación y alarma fue saber que las denuncias y testimonios de alumnos y padres se habían reactivado como consecuencia precisamente de su fichaje por el FC Barcelona, pues su prestigio como técnico azulgrana, su buena relación con Iniesta y otros futbolistas, le habían proporcionado la inmunidad y la protección perfecta e inviolabilidad en el cuartel general de operaciones en el Col·legi Barcelona de Les Corts.

Por tanto, la primera reacción fue despedirlo, pero con honores y las mejores condiciones. El CEO, Ferran Reverter, y el vicepresidente deportivo, Rafael Yuste, con la omisión por su parte de los verdaderos motivos del despido, le comunicaron la decisión del club después de que los abogados y recursos humanos estudiaron el caso concreto de su rescisión mercantil “por motivos personales”. 

O sea, una gestión calcada o similar a las cerradas estos últimos meses con ex-cargos ejecutivos de la junta de Josep Maria Bartomeu. Se trata de contratos 1006, redactados siguiendo el real decreto del 1985 que regula relaciones laborales de deportistas. El contrato de Benaiges estaba blindado hasta el 30 de junio del 2022, renovable año a año, por lo que se le liquidó la totalidad de la temporada en curso y además se le facilitó el trámite de la jubilación anticipada.

Algunas opiniones apuntan que, tratándose de un empleado investigado y denunciado por estos motivos especiales, el club podía haber planteado otro tipo de estrategia y puesto en suspenso o presentado el caso ante un tribunal de lo social. Incluso hay quien apunta que esta voluntaria y precipitada solución para evitar que salpicara la publicación del reportaje mientras Benaiges todavía estaba en el Barça podría ser considerada administración desleal.

Por otro lado, el aparato del club ha multiplicado sus esfuerzos para que la mayoría de los medios partieran sus análisis y enfoques desde un punto de vista muy concreto, de modo que quedase muy claro que Albert Benaiges ya no era empleado del club (sólo desde el día 2 de diciembre), que el Barça daba apoyo a las víctimas y que además el club ya estaba colaborando con las autoridades policiales por si se hubieran producido algunos incidentes en el fútbol base azulgrana.

Una rápida estrategia de ocultación de la verdadera y única responsabilidad de la junta directiva azulgrana en la contratación de Benaiges, del cual se conocía y se sabía que llevaba años, en Barcelona y en el extranjero, con el mismo “modus operandi” de utilizar su cartel como técnico del FC Barcelona para imponer su autoridad sobre niños, niñas, entrenadores, profesores y autoridades académicas. 

Aunque los responsables del fútbol base barcelonistas, así como la directiva y el propio presidente del club azulgrana eran conscientes de estos rumores y hechos, alegremente obviados con tal de habérselo “robado” a Víctor Font en las elecciones. Por cierto, que Font, candidato impulsor de Benaiges como fichaje clave para su proyecto formativo, sigue callado y cobardemente escondido sin haber salido a dar ninguna explicación. Laporta y Font son tal para cual, el de Granollers reaccionando de forma pusilánime y decepcionante y el presidente, fiel a su estilo, tarde, mal y negando las evidencias, excusándose en que no hay denuncias que afecten al fútbol base del Barça. 

Para abundar la relación del equipo asesor de Laporta, vale la pena rescatar el artículo de uno de sus más próximos asesores en materia de comunicación, Jordi Finestres, firmado en el digital El Món bajo un título inequívoco: “¡Que vuelvan los Benaiges!”.

Su relato no tiene desperdicio: “Da la sensación que la Ciudad Deportiva Joan Gamper es un sálvese quien pueda, sin demasiado criterio a la hora de aplicar el modelo deportivo que nos hizo ser los mejores. La montaña rusa emocional que vive el Barça esta temporada se puede explicar por muchos motivos. A la dejadez institucional se le añade una pésima planificación deportiva, pero aun así el talento de algunos buenos jugadores, con Messi al frente, nos permite todavía, soñar con acabar la temporada ganando la Liga e incluso la Champions. Pero los éxitos que puedan llegar no nos tienen que privar de ver, con preocupación, la deriva futbolística que está cogiendo el primer equipo, masculino, de fútbol. El hecho que el horizonte deportivo no sea bastante claro en los próximos años no es solo, que también, porque un día -esperamos que sea de aquí a muchos y muchos días- Messi cuelgue las botas, sino porque la dirección deportiva del club nos tiene demasiado desconcertados a todos. Ya sé que muchos pensaréis que no siempre aparece una generación con el talento de los Puyol, Xavi, Iniesta, Piqué o Messi, pero de aquí a la poca confianza que se está teniendo -con la excepción, y veremos, de Ansu Fati- con las jóvenes promesas de la entidad es inquietante. La clave, o una de las claves del éxito de los años formidables del equipo con Pep Guardiola y Tito Vilanova en el banquillo fue tener una base de gente “de casa” complementada con jugadores de fuera de primer nivel. Ya lo hemos probado. Ya está inventado. Y funcionó. Pero para conseguirlo hay que ser atrevido y confiar, confiar en lo que te dicen los entrenadores del base y tener el coraje de hacerlos jugar en el primer equipo, como hizo Pep con Pedro o Busquets. Pero, está claro, más allá que los había tenido entrenando en el B, Guardiola sabía, tenía la tranquilidad de contar con la asistencia de hombres como José Ramon Alexanco o Albert Benaiges, profesionales que coordinaban el trabajo en la Masía. Su criterio era escuchado y respetado por el entrenador del equipo profesional. Ahora, en cambio, se tiene la sensación que la Ciudad Deportiva Joan Gamper es un sálvese quien pueda, sin demasiado criterio a la hora de aplicar el modelo deportivo que nos hizo ser los mejores. Lo explicaba Benaiges el martes en una entrevista (en el diario Ara): “Los últimos años, desde cadetes hacia abajo se ha trabajado de una manera -como se había ido haciendo antes- y hacia arriba de otra manera, buscando futbolistas más fuertes y altos, que es la tónica que se ha ido imponiendo desde arriba de la dirección deportiva del club”. Esta disfunción organizativa se paga caro, desorientando al jugador en formación, que no tiene las mismas instrucciones en cada categoría, y que además ve cómo el filial, de Segunda B, se dedica a fichar jugadores de fuera por docenas que poco o nada son ‘modelo Barça’. (…) Y todo esto pasa porque el club no tiene personajes como los mencionados Benaiges o Alexanko, pero también podríamos hablar de Txiki Begiristain o Quique Costas, hombres de club que solo con mirarlos a los ojos ya sabían si un futbolista tenía maneras para merecer, al menos, la oportunidad de ganarse la confianza del primer entrenador (…)

Con fecha del 3 de marzo de 2020 no se puede decir que Jordi Finestres acertara en ninguna de sus reflexiones ni fuera capaz de ver el futuro, pues parece evidente que con la llegada de Koeman la siguiente temporada esta fluidez de los jugadores de casa ha resultado un éxito sin precedentes. ¿Por qué entonces Jordi Finestres, que reivindicaba precisamente esa confianza en el fútbol base se ha pasado el breve mandato de Laporta socavando el trabajo de Koeman, interna y externamente, ha aplaudido que se traspasara a Ilaix Moribar y Konrad de la Fuente y conspirado contra el entrenador holandés hasta echarlo y abrirle paso a Xavi? Por la sencilla razón que, en aquel momento, y también en los meses posteriores, de lo que se trataba era de quemar todo lo que apestase a pasado. Sin más argumento. En cuanto al titular (“¡Que vuelvan los Benaiges!”) debería sopesar, por vergüenza, dejar su cargo. Pero no lo hará, claro. También estuvo clarividente con la continuidad de Messi.

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