Laporta presenta a Xavi como si fuera Messi

El presidente sigue avergonzado por su pacto con Catar y rebaja las exigencias y los objetivos que tenía Koeman

Joan Laporta y Xavi Hernández
Joan Laporta y Xavi Hernández

La presentación de Xavi Hernández como nuevo entrenador del FC Barcelona ha sido, como se esperaba, un acto multitudinario y ambientado en un entorno festivo, entusiasta, animado y propenso a la euforia, especialmente por parte de Joan Laporta, el presidente que mejor sabe pasar página de sus propias calamidades y desaciertos, como han sido deshacerse de Leo Messi, no ser capaz de reunir recursos para fichajes -más allá de Luuk de Jong-, malvender a Griezmann y, finalmente, conducir poco a poco poco a Ronald Koeman al matadero.

En ese callejón sin salida no había otra alternativa que dejarse presionar por el lobby mediático de Xavi, el mismo que hace tiempo que viene destrozando a Koeman y promoviendo la candidatura de quien hasta hace muy pocos días entrenaba al Al-Sadd de Catar, y hoy ya se sienta en el banquillo del Barça tras una negociación que al presidente le sigue dando vergüenza admitir y explicar. Laporta podía haber fichado a Xavi el pasado verano sin ningún problema, y ​​haber rebajado el pago de la cláusula de rescisión si no fuera esclavo del potente entorno judío que lo domina desde hace muchos años.

Con la concesión de traer a Xavi, que era el entrenador de otro candidato a la presidencia, Víctor Font, Laporta ha salvado una nueva situación de riesgo potencial tras su errática y desconcertante política sobre el banquillo. Xavi ha exhibido, tal y como estaba pactado, su eterno agradecimiento a Joan Laporta por haberle traído, gesto que la prensa y el aparato laportista han traducido como el inicio de una época definitivamente ganadora para el FC Barcelona. Está por ver, sin embargo, si recibir a Xavi como si fuera Messi devolverá al equipo la chispa ofensiva y el gobierno de los partidos que ha perdido.

El discurso de Xavi ha provocado una ola de optimismo: «Estoy muy emocionado por cómo me ha recibido la afición y agradecido por el esfuerzo del club. Sé que es un momento complicado, económica y deportivamente, pero las ganas y la ilusión son enormes. Vuelvo a casa con la base clara y eso es lo que quiero transmitir a los jugadores. Somos el Barça», ha dicho. «Perder o empatar no va con lo que yo he aprendido en esta casa. No estamos aquí para perder partidos», añadió.

El nuevo entrenador del Barça ha prometido orden, reglas -disciplina-, nuevas formas de entrenamiento, exigencia, trabajo mental, apoyo a los jugadores… En definitiva, el manual perfecto «para ser competitivos en todo momento».

«Hay unas normas y deben cumplirse; yo, cuando he tenido normas en el vestuario, hemos ido bien, y cuando no ha habido, hemos ido mal», ha añadido, categórico, aludiendo a las escapadas de Piqué en pleno proceso de recuperación.

Lo que más ha celebrado la prensa ha sido esa vuelta de tuerca al ADN Barça cuando le han preguntado por el sistema a utilizar: «Más que el sistema es la idea de juego. Como Cruyff: el delantero es el primer defensa; y el portero, el primer atacante».

Laporta, por su parte, ha jugado a la goma con sus pronósticos y objetivos, porque ha hablado de «una situación complicada, con un equipo que está por hacer», lejos de esa necesidad de ganar títulos marcada a Koeman, por supuesto, para situar las necesidades en mínimos: «Clasificarnos entre los cuatro primeros y pasar en los octavos de la Champions es necesario para seguir manteniendo nuestro prestigio. No sólo debemos clasificarnos entre los cuatro primeros, debemos competir».

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