Laporta recela de los socios y refuerza su estado policial

Seguiment FCB insiste en pedir el ‘no’ a la reformulación del Espai Barça y las 'penyes' preparan su plan de supervivencia

Ferran López

En una reunión informativa convocada por la directiva de Joan Laporta para dar detalles y responder a las preguntas de los socios compromisarios se produjo este jueves la circunstancia de que entre directivos y ejecutivos presentes duplicaban el número de socios participantes. Presuntamente, a causa del poco interés de los socios, pero sobre todo como resultado de la desidia del aparato y área social del club que ha mostrado una actitud pasiva, abriendo estas reuniones vía la web de club a los socios interesados, es decir prácticamente escondiendo estas reuniones y, de cara a la segunda parte de la asamblea, sin ni siquiera llamar por teléfono a los compromisarios para mejorar la ratio de asistencia. La directiva es la que menos interés tiene, demostradamente, en someterse a las preguntas de los socios.

Los propios asistentes a ese encuentro, tres de los cuales no eran ni siquiera compromisarios, se enteraron por “radio macuto”, en contraste con la enorme capacidad del club, cuando quiere, para intoxicar y hacer circular todo tipo de informaciones, en especial las malignas que tienen como referencia a la ‘herencia’ de Bartomeu.

Uno de esos socios era representante de la plataforma Seguiment FCB que, admitido por el propio club, se enteró de pura casualidad. En su traducción del mensaje de la directiva, con presencia del propio presidente, Joan Laporta, Seguiment FCB ha insistido en votar ‘no’ al Espai Barça en el nuevo formato propuesto por la junta, todavía sin respuesta a qué pasará si la asamblea lo valida y el referéndum no, y viceversa. Confusión y mal rollo, oscurantismo y escasa información, cambios que parecen infantiles y sin ninguna justificación de por qué razón aumenta su coste de 800 a 1.500 millones.

Seguiment FCB, como muchos otros socios, plantean simplemente reposar la pregunta y abrir un periodo de más información, reflexión y seguridad para que ningún socio vote, en asamblea a o en referéndum, si no es con absoluto conocimiento de causa. Para mitigarlo, este sábado la junta ha organizado una mini-exposición del Espai Barça y ha invitado a un almuerzo cóctel a los socios en el Palau de Gel donde podrán entrar en contacto personal y directo con los directivos, es decir como una acelerada ‘campaña’ para arañar esos ‘sí’ que, por la ansiedad y presión de la junta, exageradas, acaba provocando recelo y sospechas.

El sentido común, como ha explicado Seguiment FCB, exige retirar ese punto del orden del día de la asamblea porque tampoco es posible reformularlo tal y como está planteado. “Por todo ello, recomendamos a los compromisarios que voten que NO en su punto 4 del orden del día para, inmediatamente, instar a la Junta a la convocatoria del referéndum. Que el club necesita el #EspaiBarça es tan cierto como que lo tenemos que impulsar con el máximo consenso, información y garantías”.

“Paliar las carencias de accesibilidad, visibilidad y confort”, afirma el club como una de las máximas justificaciones para validar sus cambios que, básicamente, consisten en no reformar esa Primera Gradería donde los abonados viven los partidos en el ‘sótano’, probablemente en las peores circunstancias y condiciones posibles. Mantener esa deficiencia supone, para muchos socios un paso atrás, histórico, contra esa evolución que sí contemplaba el otro Espai Barça.

A todo esto, tampoco se ha hablado demasiado del espinoso tema de las penyes, pendiente de que los penyistes presentes lancen una ofensiva en directo para sensibilizar al resto sobre el exterminio del mayor movimiento social del FC Barcelona de toda su historia, por primera vez organizado, democrático, reconocido y con representación en la asamblea. Un exterminio que se ha de votar conjuntamente con un redactado que incluye el compromiso del FC Barcelona con la protección y promoción de la Declaración Universal de Derechos Humanos y con velar por la igualdad de derechos y la dignidad de todas las personas y eso en base a promover “los valores democráticos de igualdad y no discriminación” y luchar “por la erradicación de todas las actitudes machistas, homófobas y racistas en el ámbito social y deportivo”.

Los socios más sensibles y solidarios con ese barcelonismo activo y tan territorial, entregado, que significan los penyistes, se preguntan si todo ese alineamiento con los derechos humanos más elementales no choca frontalmente con silenciar la voz, el voto, la libertad de pensamiento y de asociación de los penyistes del club, hasta 160.000, de los cuales 18.000 son también socios del FC Barcelona. Se trata, por tanto, de un ardid indecente de la junta directiva, un chantaje emocional y ético para confundir y blanquear la expulsión y la aniquilación totalitaria y deshumanizada de barcelonistas a los que se niegan derechos fundamentales. Votar que “no” a la Declaración Universal de los Derechos Humanos para aprobar la expulsión de iguales, en un gesto discriminatorio, sectario y dictatorial, es propio de una junta directiva desesperada, insensible y con más patologías que el propio Camp Nou.

Será por eso que para reforzar ese régimen que no admite asociaciones como la Confederació Mundial de Penyes el club ficha cada día más policías, más miembros de Mossos d’Esquadra como Lluís Miquel Venteo, que está previsto incorporar como refuerzo de esa otra cara represiva y antidemocrática, sospechosa de prácticas poco éticas, representada en el fichaje de Ferran López (foto), ex jefe de Mossos d’Esquadra, después de haber acumulado el mérito de detener a Bartomeu sin una orden judicial bajo el presunto delito de haber enviado tuits.

Ahora, su principal función, ya que Ferran López seguirá actuando como policía política, será el control de la Grada d’Animació, que no necesita más control, vigilancia, seguridad y acoso sino colaboración, ayuda, apoyo, mejoras estructurales y aliento. Como le pasa a Laporta con las penyes, si pudiera eliminaría la Grada d’Animació. Pero no puede, de momento porque LaLiga exige mantenerla. Cualquier grupo de barcelonistas que superen el máximo de dos le causa pánico al presidente.

¿Solución? Más policía y más represión seguramente.

No se extrañe Joan Laporta que los propios socios, viendo venir que le molestan, incomodan y complican sus planes, se rebelen con un voto poco favorable a sus intereses por la sencilla razón que son distintos a los del Barça.

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