Experiencias de un joven en paro

Joven de 24 años, formación superior, 4 idiomas y la escasa experiencia que el mercado le ha dado busca empleo. Uno de tantos y tantas, sin duda. Tras meses de búsqueda, afloran las primeras ofertas laborales. La primera resulta ser una de las famosas estafas piramidales que prometen éxito y una facturación exorbitada en pocos meses. Repiten el “poder llegar a ser tu propio jefe” como un mantra, a la espera que uno se adentre en el humo que venden para acabar encontrándose con jornadas laborales interminables, un salario totalmente a comisión y posibilidad de crecimiento nulas salvo si con el paso del tiempo acabas tomando el papel de reclutador y embaucando a otras personas que hagan tu trabajo por ti, extendiendo así la estafa.

Nueva entrevista, nueva empresa, método más o menos similar. Con un semblante más serio, rellenas un cuestionario con preguntas que no dan a lugar (¿estás casado/a? ¿tienes hijos/as?…) para acceder a una entrevista individual en que la persona responsable vende que su objetivo es que tú, persona que has venido a buscar trabajo, acabes creciendo individualmente y abras una franquicia de la marca. No obstante, aún falta mucho para eso. Primero te tocará hacer calle durante varios meses, en horarios que no se mencionan y por un salario que no sale a relucir, no las funciones que explicita la oferta de trabajo. ¿Contamos contigo, pues?

Tercera opción, volver a la docencia privada. Después de superar un proceso de selección genérico, sin nada a favor ni en contra que remarcar, llega un correo con las condiciones laborales y las horas. Si bien es cierto que el sueldo no es malo, debes prepararte para afrontar una serie de items. Auditorías internas, nula autonomía de enseñanza, fiscalización de todas las tareas dentro y fuera del aula, tres festivos al año más allá de los fines de semana y ninguna posibilidad de coger un día de asuntos propios o de faltar al puesto de trabajo por motivos de fuerza mayor. Una ganga.

Después de esta serie de pruebas, uno llega a casa, pone las noticias y solo hace que escuchar: ¡en el sector de la restauración y el turismo falta gente, no podemos seguir sin ella! Para acto seguido ser testigo de unas condiciones laborales que rozan la esclavitud.

Con estas líneas no vengo a criticar la dificultad para encontrar un empleo, ni mucho menos. Hacerlo es muy sencillo. Lo que no es el absoluto fácil es encontrar un trabajo serio y de calidad que garantice a candidatos y candidatas que se respetarán sus derechos como trabajadores y trabajadoras una vez estén dentro, una empresa que respete a su plantilla y piense en ella no sólo como una herramienta para conseguir beneficios, sino como personas con necesidades que pueden desempeñar una función crucial de cara a la clientela y al conjunto de la sociedad.

No, queridas y queridos. No somos máquinas producidas en serie para satisfacer la ambición de los empresarios. Somos personas y queremos que se nos trate como tales, respetando nuestros derechos, nuestra dignidad y la vida que tenemos más allá de una pantalla de ordenador.

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