La caída en picado de Ciudadanos (Cs) es global. Los resultados a las elecciones al Congreso de los Diputados y al Senado, y en diferentes parlamentos autonómicos –entre los cuales el de Cataluña– dejan bien claro que la pérdida de apoyo social y político es más que evidente.
De hecho, algunos de los primeros que levantaron la voz de alarma y reclamaron a la dirección del partido poner solución fueron una parte de los fundadores, de aquellos intelectuales catalanes que firmaron un manifiesto a partir del cual nació el proyecto que fue capitaneado por Albert Rivera durando más de una década. Una vez Rivera abandonó el barco al ver que se hundía, se puso de manifiesto que el hiperliderazgo que habían construido ahora les pasaba factura, y sin él sería difícil salir bien. Ahora, con Inés Arrimadas al frente, intentan reflotar el proyecto con convenciones y congresos internos donde se cambian cosas para no cambiar nada sustancial.
Y esto, según los mismos dirigentes, no convence tampoco a los fundadores. Tanto es así que la mayoría de ellos se niegan a participar en los actos del partido, en las celebraciones, y algunos de ellos incluso se han dado de baja.
