Más de 200.000 puestos de trabajos destruidos y más de 500.000 personas en paro, en este segundo trimestre de 2020. Esto se traduce en una pérdida de puestos de trabajo del 6% en Cataluña en comparación al mismo período del año anterior, en 2019.
El sindicato Comisiones Obreras ha publicado un informe que recoge los datos laborales de la pandemia, y los resultados son bastante preocupantes. Según el sindicato, la crisis socioeconómica derivada de la covid-19 ha transformado las desigualdades, y la destrucción del empleo ha sido más intensa, y rápida, que en la crisis de 2008.
La población activa en Cataluña, en el segundo trimestre de 2020, era 3.662.696 personas, pero la población ocupada era de 3.190.990. En el mismo periodo la actividad laboral ha disminuido en un 4,2%. Barcelona capitaliza la mayoría de población activa, un 73.9%, y según el informe presentado por CCOO se han destruido el 6,1% de los puestos de trabajo.
Esta disminución de trabajadores se traduce en un incremento en las prestaciones por desempleo, pero también hace flotar un problema oculto, el aumento de precariedad laboral y el aumento de los llamados trabajadores pobres.
Durante el segundo semestre de 2020, ha aumentado en un 24,8% los hogares catalanes sin ingresos laborales, sea por nóminas o por prestaciones, lo que cifra la tasa de pobreza laboral al 12,1%, afectando cerca de medio millón de trabajadores, un empeoramiento generalizado como asegura Ricard Bellera, secretario de Trabajo, Economía y Estudios del sindicato: «donde más ha tenido impacto la pandemia es en los trabajos presenciales, las menos retribuidas y, por consecuencia, aquellos donde se ha podido hacer menos ahorro. Tenemos un mercado de trabajo muy precario de manera endémica y la reforma laboral ha supuesto un aumento, aún más, de la precariedad laboral».
El sector servicios y la hostelería y el colectivo de las mujeres han sido los grandes damnificados de la pandemia. Se han perdido 136.000 puestos de trabajo en los servicios y más de 100.000 en hostelería, lo que significa, según Bellera: «Que la concentración de trabajo en sector intensivo con mano de obra de poco valor añadido comporta riesgos evidentes. Tener una diversificación del tejido productivo es muy importante».
Por lo que respecta a los expedientes de regulación temporales de empleo, los ERTE, estos han afectado a más de un millón de personas asalariadas, pero, a pesar de las cifras, ha supuesto un alivio de la carga que hubiera significado para las arcas públicas si se estuviera hablando de personas en paro. Explica Bellera: «Si nosotros en mayo, que teníamos acumuladas más de 700.000 personas en ERTE, no las hubiéramos tenido en este situación, todas estas personas estarían en paro y no nos hubiéramos recuperado. Con los ERTE hemos permitido que caiga antes la economía que no el empleo y esto permite que se recupere antes la economía. Esperamos que los ERTE vengan para quedarse».
A pesar de la pandemia y la crisis, el informe de CCOO recoge que aumentaron las horas extras no remuneradas en un equivalente a 15.000 puestos de trabajo, lo que supone que más de 53.000 catalanes trabajaron más de 40 horas semanales, sin percibir remuneración extra. Si bien es cierto que muchas de estas horas fueron para cubrir los turnos en los servicios esenciales y sanitarios, lo cierto es que, desde CCOO, se preguntan por qué no se pagaron.
Las conclusiones del informe presentado por el sindicato Comisiones Obreras deja un panorama de trabajadores más pobres, en riesgo de exclusión social, al que se debe hacer frente, según Bellera con: «Liderazgo público, diálogo social y poner la economía al servicio de las personas priorizando el empleo digno. Debemos redistribuir la riqueza, en primer lugar mediante el trabajo por qué es, básicamente, la fuente de renta que tienen la mayoría de personas en este país, la clase trabajadora «.
