Joan Laporta intenta anular el voto por correo en las elecciones al Barça

Apela a la Comisión Gestora del club y a la Secretaria General de l’Esport para que no cuenten estas más de 20.000 papeletas de los socios de más edad

Joan Laporta
Joan Laporta

La realidad es que Joan Laporta, aunque quiere transmitir la sensación de que le espera una victoria apabullante y sin bajar del autocar, empieza a estar muy preocupado por las sensaciones que le transmite su entorno y, especialmente, por la dimensión no controlada, al menos por su candidatura, adquirida por el voto por correo.

La incorporación vía decreto del Govern de esta posibilidad no fue precisamente aplaudida por Joan Laporta ni por Víctor Font, dos de los aspirantes que deseaban una participación lo más baja posible, seguros de que las actuales circunstancias de frío, pandemia y riesgo de contagio provocarían que sobre todo los socios de edad no se atrevieran a emitir el voto de forma presencial.

En este sentido, el aplazamiento derivado de la normativa sanitaria y el confinamiento municipal en vigor el día 24 de enero pasado y la incorporación del voto por correo para la nueva convocatoria del día 7 de marzo han cambiado sustancialmente el panorama y de alguna manera ha afectado a los planes de victoria de ambos, Laporta y Font, que no cuentan con el voto más tradicional de los socios que han ido creciendo en una cultura patrimonial y económica sólida y que nada tiene que ver con los riesgos financieros y frivolidades propuestos por el presidente emérito y el enfoque consultor de Víctor Font.

Por ese motivo, Laporta ha dirigido al presidente de la Comisión Gestora, Carles Tusquets, una carta en la que pone en duda la correcta aplicación de un voto por correo que no ha sido aprobado en asamblea y que, en su opinión, genera una incertidumbre legal. Su plan es cuestionarlo, tratar de que finalmente ese voto sea considerado nulo, si fuera posible impedir incluso que los votos, que se calculan en más de 20.000, no se acaben recontando.

La estrategia de Laporta es poder impugnar las elecciones en el caso de no alcanzar la mayoría, sobre todo ahora que percibe un bajón de su electorado, enfriándose lentamente, en beneficio de otra de las opciones como la de Toni Freixa, aglutinador y catalizador de ese voto de edad más temperado y unido a los valores del barcelonismo de toda la vida. No hay que olvidar, por otro lado, que Toni Freixa también ha conseguido que los cuatro grupos de la Grada de Animación hayan suscrito, sólo con su candidatura, un documento de compromiso para fomentar y mejorar el papel social, participativo e integrador de ese colectivo que ha conseguido conectar con el resto del estadio a lo largo de estos años.

La preocupación de Joan Laporta es tal que también quiere elevar su desacuerdo a la Secretaria General de l’Esport en un último intento por evitar que muchos de los socios mayores puedan votar libremente y sin riesgos para su salud. A Laporta en definitiva le da igual esa conquista social y democrática, necesaria para garantizar la legitimidad de estas elecciones, si el resultado es que esa mayoría de los socios elige como presidente a otro candidato que no sea él.

También ante la máxima autoridad política en materia de gobernanza deportiva, un estamento que directamente depende del área de presidencia del Govern, Laporta quiere paralizar el voto por correo y acumular así peticiones y actuaciones que, llegado el caso, pudieran sostener una reclamación ante un juzgado de instancia.

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