Pinocho, el caballo de Troya y el 14F

Reflexiono. En la fantasía del escritor italiano Carlo Collodi, Pinocho era un muñeco de madera al que le crecía la nariz cada vez que decía una mentira. A éxito pasado y después de más de 260 traducciones -la tercera obra más traducida después de la Biblia y El progreso del peregrino-, es fácil celebrar la genial idea del falsario personaje. A menudo pienso que sería bueno introducir un avisador de mentiras en cada uno de nosotros, como la nariz de Pinocho. Pongamos por caso una campaña electoral en la que a los políticos que mintieran les creciera la nariz, la lengua, las orejas o lo que sea. Alguien me dirá que esto ya está inventado, que la mentira provoca rubor, pero no es menos cierto que los grandes mentirosos saben esquivar la rojez de las mejillas con extrema habilidad. Mejor, como en el caso del muñeco de madera, que sea una extremidad tan visible como la nariz la que alerte del engaño. La mentira no es un arma política nueva, a lo largo de la historia se ha mentido, y mucho. Para encontrar la primera mentira política deberíamos remontarnos a la mitología, cuando en la guerra entre griegos y troyanos los primeros inventaron un gigantesco caballo de madera, con un vientre capaz de albergar cientos de guerreros, y convencieron a los troyanos que el caballo era una ofrenda de paz, y así introdujeron el ingenio en la ciudad fortificada de los troyanos. Una vez dentro, de noche y aprovechando que el enemigo dormía, los guerreros griegos salieron de las entrañas del caballo y eliminaron a los troyanos.

Estos días de campaña, por lo menos, he detectado infinidad de mentiras que, en el fragor de la batalla, quedan impunes. A falta de alargamientos nasales, los políticos mienten, como si las elecciones otorgaran, de facto, licencia para mentir o exagerar. También se estilan las falsas promesas, incumplidas después bajo cualquier pretexto. En las últimas elecciones municipales, Ada Colau, por ejemplo, juró y perjuró que no aceptaría los votos de según qué partidos, como el de Manuel Valls, para ser alcaldesa, y todo el mundo sabe cómo acabó la historia del día siguiente. Esta vez, los independentistas han firmado un documento que dice que, en ningún caso, pactarán con el PSC de Salvador Illa. Después, veremos si l aritméticas los pone contra la picota y si alguien, bajo cualquier pretexto, no se acabará comiéndose sus palabras. Pronto lo sabremos.

En su día, un columnista del diario estadounidense The Washington Post se comió, de manera literal, el artículo en el que predijo erróneamente que Donald Trump no ganaría la nominación del Partido Republicano. Si al día siguiente del 14-F alguno de los que dijo que no pactaría con los socialistas, termina haciéndolo, ¿se comerá el documento que firmó? Buen provecho.

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