La pandemia del coronavirus ha provocado un choque sin precedentes en la historia del Principado de Andorra. Tanto por el número de muertos (52) y contagiados (855), como por la paralización y destrucción de la actividad empresarial, basada en el comercio y el turismo.
En proporción a su población -75.000 habitantes- el número de víctimas mortales y de infectados por la Covid-19 es de los más altos del mundo. Comparativamente, la pandemia ha sido mucho más letal en el país del Pirineo que en países como los Estados Unidos, Reino Unido, Italia, España o Francia.
También el impacto sobre el tejido económico es lacerante. Lo demuestra la cifra récord de 1.761 personas en paro que registra el Servicio de Ocupación de Andorra, nunca vista en la historia del país. De estos, solo 421 perciben un subsidio de supervivencia del Estado (el seguro de paro no existe en Andorra).
A esto hay que añadir los más de 9.000 trabajadores afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), a los cuales el Estado paga el 75% de la nómina, siempre que estén por encima del salario mínimo. De momento, solo están cobrando el ERTO un total de 7.756 trabajadores.
El gran problema de Andorra es que su clase dirigente nunca ha querido que el país entrara en la Unión Europea, por miedo a perder sus privilegios. Esto quiere decir que el país está fuera de las ayudas que inyecta el Banco Central Europeo y se tiene que espabilar como puede para hacer frente a este colosal terremoto. El Gobierno de Xavier Espot ha tenido que pedir un préstamo de 100 millones de euros al banco francés Crédit Agricole, después de que los gobiernos de Madrid y París se negaran a financiarlo.
