En el Barça, las situaciones de presión y de prisas se acaban resolviendo, al menos en la superficie, de la mejor manera posible. Pero en los últimos metros de cada negociación las cosas se complican, como fue el caso con el sustituto de Ernesto Valverde, el técnico cántabro Quique Setién, que no era ni mucho menos el primero de la lista como sustituto.
De hecho, dio la sensación de que la dirección deportiva tenía mucho más claro echar a Valverde lo antes posible que le nombre del que lo tenía que sustituir. Así, Éric Abidal fue sorprendido en Catar intentando traer a Xavi Hernández a toda prisa mientras que el otro gran candidato, Ronald Koeman, tampoco fue capaz de romper su contrato con la federación holandesa para volver al Camp Nou.
Así fue como finalmente la carta de Quique Setién estuvo sobre la mesa, ya con la urgencia de ponerle cara al nuevo entrenador, descartando la opción de Francisco Javier García Pimienta, el entrenador del filial, por no querer dar la impresión de que no había plan B y para no romper la buena marcha del Barça B hacia el ascenso a Segunda División A.
Quique Setién se vio, de repente, ante una posición negociadora de cierta fuerza, y logró un contrato por dos temporadas para eliminar cualquier etiqueta de provisionalidad. Después, dentro de lo que se suelen denominar flecos, el Barça se reforzó con un delantero procedente del Albacete, Rey Manaj, de 22 años, que probablemente no jugará ni un partido entero en el filial porque le falta nivel y condiciones para crecer y triunfar allí. La operación se realizó con la mediación del propio agente de Quique Setién.
