El concepto deep state (Estado profundo), que han esgrimido los últimos días el ex-presidente de la Generalitat Carles Puigdemont y su amiga y opinadora de referencia del proceso Pilar Rahola.
En una reciente intervención en el programa Preguntes freqüents de TV3, Rahola ha explicado sobre el cambio de gobierno que «quizás el deep state considera que un cambio no iría mal» en un marco donde el PP había quedado tocado por la sentencia del caso Gürtel y, para ella, la imagen internacional de España «se está deteriorando».
Según lo que la opinadora ha presentado como «mi teoría», «el 155 y todo lo que ha pasado en Cataluña parte de las fuerzas del Estado, de la estructura del Estado», que asegura que incluye a «gente de la IBEX-35», «gente uniformada», «líderes de comunicación» y «el pacto de partidos, con la Corona».
Por su parte, Puigdemont ha indicado en Twitter: «En España ha cambiado la fachada, no el #DeepState: en pocos días han condenado al cuñado del Rey, el PP Valenciano y la AEPD, se ha pedido un referéndum sobre la monarquía, se ha descubierto la app espia de la Liga y más datos de las #cloacasdelnterior. Y todo lo tapan violentando Cataluña».
El concepto de Estado profundo se refiere a aquel poder ejercido por una élite que, al margen de los cambios de las figuras visibles de los poderes del Estado (y, por lo tanto, de la democracia), asegura el mantenimiento de líneas de actuación a largo plazo desde los ámbitos público y privado.
Una de las referencias históricas más célebres en este sentido la expuso en 1961, en su discurso de despedida como presidente de los EE.UU., Dwight Eisenhower, cuando alertó sobre la influencia del «complejo militar-industrial», como poder en la sombra en su país en el contexto de la Guerra Fría.
