Quejas por una toma de posesión muy «sectaria»

Quim Torra
Quim Torra

El acto de toma de posesión del nuevo presidente catalán, Quim Torra, tuvo más aspecto de funeral o de lectura de testamento que de toma de posesión. Tanta sobriedad, tristeza, simplicidad y minimalismo quisieron mostrar, que el acto quedó oscuro y deprimente. Normalmente, el acontecimiento era uno de los actos grandes, uno de los días de más importancia en el Palau de la Generalitat. Y por eso se celebraba al Salón de Sant Jordi, el más grande del edificio, reservado para las grandes ocasiones. Centenares de invitados, aplausos, toda la prensa presente y pendiente, discursos, simbolismo, imposición de medallones y toda la pomposidad propia del momento en qué alguien accede a la más alta institución de Cataluña.

En esta ocasión, pero, la cosa fue tan queridamente pobre que ni los periodistas podían entrar. Desde el Palau de la Generalitat se decidió que sólo TV3 podría grabar imágenes de vídeo, que las tres agencias con presencia en Cataluña podrían enviar un fotógrafo, y que el resto de periodistas se tendrían que fiar de lo que les explicara TV3 o de lo que habían decidido ellos que se viera por la televisión. Nadie más pudo ver nada que no fuera lo que la televisión controlada por el gobierno catalán decidió que se viera. La decisión provocó una irada reacción entre la prensa, que lógicamente protestó enérgicamente. Hasta el punto que incluso el Colegio de Periodistas condenó que las cosas se hubieran hecho de aquella manera.

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