La candidata de la CUP por la demarcación de Lleida, Mireia Boya, tiene una piedra en el zapato: la casa de turismo rural que ella y su hermano explotan en el pueblo aranés de Les. La existencia de este pequeño hotel, Bòrda Guilhamuc, con capacidad para siete personas, se hizo pública el verano pasado, coincidiendo con la campaña contra el turismo masivo que protagonizó la organización Arran, vinculada a la CUP.
El problema es que Mireia Boya escondió que era la copropietaria de este hotelito rural en su declaración de bienes al Parlamento, donde sólo manifestó que tenía el 50% de una finca urbana en Les, valorada en 8.199,24 euros. Al destaparse que era la copropietaria de Bòrda Guilhamuc, la ex-diputada corrió a cambiar la declaración de bienes en el Parlamento y señaló que, en realidad, tenía el 50% de un «inmueble destinado a turismo rural» en Les, valorado en 106.225,02 euros. Es decir, ella misma reconoció que había mentido al Parlamento y esto, en los códigos democráticos europeos, es una falta gravísima que se paga con la dimisión.
En la carrera hacia el 21-D, el hotelito de Mireia Boya ya ha saltado a la palestra y el candidato por la lista del PSC, José Crespín, ha denunciado públicamente la hipocresía de la líder cupaire. Pero la candidata de la CUP no ha encajado las críticas y ha pasado al ataque, señalando que el alcalde de Lleida y presidente del PSC, Àngel Ros –que es el suegro de José Crespín- tiene «un chalé de dos pisos sin declarar» en Gausac (Vielha). La polémica ya está encendida: Àngel Ros ha salido para decir que él sólo es copropietario de un trastero y de una plaza de parking en Vielha y que el chalé está a nombre de su mujer.
