El negocio del esclavismo sale finalmente a la luz

Quienes se enriquecieron con el tráfico de esclavos repatriaron los beneficios y fueron los grandes promotores de la industrialización de Cataluña y del Ensanche
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Uno de los grandes temas tabú de la historia de Cataluña ha empezado a salir a la luz. La participación activa de muchos empresarios, navieros y capitanes de barco catalanes en el negocio del tráfico de esclavos entre África y América constituye una de las páginas más sucias de nuestro pasado y está en el origen de muchas de las fortunas que protagonizaron la fulgurante industrialización de Cataluña durante el siglo XIX. Un libro coral –Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud atlántica (siglos XVI-XIX)-, coordinado por los profesores de la Universitat Pompeu Fabra Martín Rodrigo y Alharilla y Lizbeth J. Chaviano, ha sacudido la rentrée editorial catalana y ha ayudado a remover conciencias en el convulso panorama político que vivimos.

La Gran Bretaña abolió oficialmente la esclavitud en 1801 y España se comprometió a hacerlo en 1820. Pero un puñado de aventureros catalanes, con muy pocos escrúpulos y una ambición sin medida para hacerse ricos con el negocio clandestino del tráfico de seres humanos, continuó con esta execrable actividad durante más de 50 años, hasta su completa erradicación en 1886.

Como en el caso del narcotráfico, los riesgos que corrían los negreros eran muy altos -debido a la persecución implacable emprendida contra esta actividad por los barcos de guerra de su majestad británica-, pero los beneficios eran fabulosos. Un cargamento de negros llegado a las costas de América podía comportar una ganancia del 200% sobre la inversión hecha y se calcula que, contando con una mortaldad del 70% de los esclavos durante el viaje, ya era un buen negocio.

DE CUBA AL ENSANCHE

Muchas de las casas señoriales que encontramos a lo largo de la costa catalana y que atribuimos a los legendarios indianos son, en realidad, construcciones construidas por esclavistas. Lo mismo podemos decir de muchos de los edificios suntuosos que encontramos en Barcelona, desde los porches de Xifré hasta emblemáticas casas del Ensanche, que se pudo urbanizar, en buena parte, gracias al dinero del tráfico de esclavos.

Desde el primer ferrocarril Barcelona-Mataró hasta las primeras bancas privadas que financiaron el impulso industrializador (textil, metalurgia…) de Cataluña, el origen de estos capitales, acumulados rápidamente, hay que buscarlo en el negocio del tráfico ilegal de africanos y en su utilización como mano de obra intensiva en Cuba y Puerto Rico, que, antes de su independencia, eran islas controladas por los empresarios catalanes.

Este capítulo oscuro y muy poco honorable de nuestro pasado ya había sido abordado, años atrás, por los historiadores Jordi Maluquer de Motes y Josep Maria Fradera. Pero el trabajo académico de investigación coordinado por Martín Rodrigo y Alharilla y Lizbeth J. Chaviano, publicado por Icaria Ediciones, aporta nuevos y estremecedores datos sobre la participación catalana en el envío de miles de africanos a las grandes fincas agrarias de América y el Caribe, dedicadas al cultivo de algodón, caña de azúcar, tabaco, café… Entre otras fuentes, el equipo que ha participado en Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud atlántica (siglos XVI-XIX) ha consultado los archivos británicos donde constan las confiscaciones de barcos esclavistas. También se ha elaborado una exhaustiva lista con los nombres de los principales protagonistas de este asqueroso negocio, ya sea como financieros, armadores, capitanes de barco o grandes propietarios que se beneficiaban del tráfico de esclavos en sus plantaciones.

En esta relación encontramos nombres que, de manera sorpresiva, todavía disfrutan de recordatorio en el nomenclador y los monumentos de las ciudades catalanas, como los de Antonio López (marqués de Comillas), Joan Güell, Salvador Samà (marqués de Marianao), Miquel Biada, Pere Gil, Josep Xifré, Agustín Goytisolo, Vidal-Quadras… La regidora de Ciutat Vella del Ayuntamiento de Barcelona, Gala Pin, ha anunciado que antes de que acabe el año se procederá a la retirada de la escultura dedicada al empresario Antonio López, vinculado al negocio esclavista, que hay al comienzo de la Vía Laietana y que se rebautizará la plaza que lleva su nombre.

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