La EFTA deja a la Generalitat en evidencia

El ingreso de una Cataluña independiente en el Espacio Económico Europeo depende, en todo caso, de los miembros de la UE
junqueras 1-O
junqueras 1-O

Thorfinnur Omarsson, portavoz de la Asociación Europea del Libro Comercio (EFTA, en inglés), ha fulminado el relato procesista nutrido desde la Generalitat sobre la posibilidad de un acceso al mercado común europeo por parte de una Cataluña independiente que no fuera miembro de la Unión Europea (UE).

Omarsson, publica El Mundo, señala el artículo 128 del acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo (EEE), según el cual haría falta «la aprobación de todas las partes contratantes», los 28 Estados miembros de la UE y los tres estados de la EFTA en este espacio -Noruega, Islandia y Liechtenstein-, asícomo también la condición de Estado miembro de la Unión Europea o de la EFTA.

El acuerdo comercial del EEE permite a los miembros de estos dos conjuntos de Estados acceder al mercado del otro. A la práctica, en el caso catalán, la respuesta de Omarsson hace desvanecerse la posibilidad de que desde una eventual Cataluña independiente se pudieran vender productos libres de aranceles en la UE sin el permiso expreso de los miembros la propia UE.

El departamento de Economía de la Generalitat se había pronunciado en este sentido, afirmando que independientemente de un acuerdo con España se podría garantizar la continuidad catalana en la EEE a través de la EFTA.

El portazo al mercado común por la vía de la EFTA se añade a la negativa obtenida de las instituciones comunitarias a implicarse en el conflicto político entre la Generalitat y el Estado central. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lo ha citado reiteradamente como un «asunto interno» de España y ha rechazado ejercer una mediación si no lo piden ambas partes. También se ha mostrado contrario a la secesión catalana, que considera que los encaminaría a «una Europa formada por 90 países».

La Generalitat, por su parte, parece haber desistido durante los últimos días en su intento para que la Unión Europea los guiñara el ojo después del 1-O. El representado catalán en Bruselas, Amadeu Altafaj, de hecho, ha etiquetado a la UE de «grupo privado de Estados en horas bajas».

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