El actual arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y su antecesor en el cargo, el cardenal Lluís Martínez Sistach, mantienen una sonada discrepancia en relación con el proceso independentista de Cataluña que se ha puesto de manifiesto en los últimos días. Eso sí, de manera elíptica y jesuítica, al estilo que es habitual en la jerarquía católica.
Con motivo de la pasada fiesta de Sant Jordi, el arzobispo Juan José Omella –muy próximo al actual papa Francisco- celebró la tradicional misa en la capilla de la Generalitat. En su homilía, afirmó que «la imposición y la confrontación no es el modelo que nos enseña Jesucristo ni Sant Jordi», en una velada, pero evidente, crítica al momento político que vive Cataluña. Y aludiendo a la leyenda de Sant Jordi, el arzobispo dijo que no hay que ir con lanzas atacando a los otros, sino al dragón, que simboliza «el padre de la división, el que quiere romper la comunión».
Por su parte, el arzobispo emérito y cardenal Lluís Martínez Sistach, en una entrevista concedida al diario electrónico El Món, se alinea con la doctrina procesista del presidente Carles Puigdemont y avala implícitamente la estrategia del «referéndum o referéndum»: «El problema es que falta diálogo, porque esto del engranaje y la ensambladura es una cuestión política, y no se soluciona con tribunales, sino con creatividad y diálogo. Si falta esto difícilmente se encuentra una solución. Como debe ser, esta ensambladura la tienen que decidir los ciudadanos».
En este sentido, Lluís Martínez Sistach considera que la hipotética República Catalana sería perfectamente homologable a escala internacional y afirma: «El Vaticano siempre que ha habido un Estado nuevo lo ha reconocido, porque el objetivo es que la Iglesia pueda realizar su misión en aquel lugar». El papa Francisco no piensa lo mismo en relación con Cataluña.
