El desarme de ETA

Pronto hará seis años que ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada. Mucho tiempo después, demasiado en estos casos, ETA dice ahora que se quiere desarmar. La noticia, se mire del cristal en que se mire, es extraordinaria y cualquier otro país hubiera repicado campanas y descorchado cava ante el anuncio. Pero España, en esto también, es diferente, y la buena nueva ha pasado de puntillas y sin hacer aspavientos.

Por citar un caso reciente, le hemos dedicado más minutos a la joven condenada a un año de prisión (!) por tuitear de una manera jocosa sobre la mano derecha del dictador Francisco Franco, Carrero Blanco, que al desarme de la organización terrorista que lo hizo volar por los aires. Y, como ya no viene de un minuto, abro un breve paréntesis para hablar de la chica en cuestión: (Por un lado, poco trabajo debe tener un país que se dedica a perseguir adolescentes por escribir según qué Tweets; un año de cárcel me parece una tontería de la altura de un campanario, de ninguna manera justificable. Por otra parte, elevada la repulsa y después de leer otros tuits de la joven, añadir sólo que dudo que este exceso de atención mediática ayude a la chica a salir de la edad del pavo en la que parece haberse atascado).

Volviendo a lo que me parece importante, dejadme ponerlo en mayúsculas: ETA ANUNCIA SU DESARME. El desarrollo de esta voluntad manifiesta situaría a ETA y a uno de los conflictos más sangrientos que ha sufrido España a lo largo de su historia más reciente al borde de su definitiva desaparición. Pero, el gobierno de Rajoy ha vuelto a elegir el camino más difícil para afrontar la cuestión: mirando hacia otro lado, como si la cosa no fuera con él, como si todos los males de la humanidad se pudieran resolver desatendiéndolos.

La actitud del gobierno del PP en la resolución del conflicto vasco ha sido, cuanto menos, ridícula. No creo que podamos encontrar otro gobierno que haya actuado de manera tan chapuceros como el de Rajoy ante un tema tan sensible como el del terrorismo. Afortunadamente, su estulticia no ha avivado el fuego del conflicto y parece que la determinación de ETA de dejarlo correr está a prueba de estúpidos. De todos modos, sería bueno que dejaran de jugar con fuego. Al paso que vamos, la disolución de ETA, que es el estadio que todo el mundo desea, no llegará nunca.

El absurdo comportamiento del gobierno en el conflicto vasco sólo puede justificarse por miserables intereses electorales. Al PP todavía le va bien el problema a medio cerrar porque, debe creer, le sigue aportando réditos electorales. O eso, que es de una mezquindad insuperable, o Rajoy y los suyos son extraordinariamente inútiles, o ambas cosas. La historia acabará escribiendo que la desaparición de ETA fue posible, a pesar del gobierno del PP.

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