Héroes de barrio

Hacer de periodista tiene un precio. Muchas veces te toca bailar con el más feo -¿por qué ha de ser siempre con la más fea como si todos los hombres fueran unos Adonis?- y tragarte sapos en forma de ególatras sabelotodo que se creen que el mundo no puede existir sin ellos. Así que cuando la fortuna me lleva a conocer personas únicas por su humildad y sabiduría, doy gracias a los dioses por haber encontrado a alguien que me vuelva a reconciliar, ni que sea temporalmente, con la especie humana. Después la fealdad de la realidad ya se encarga de romper el encantamiento, pero mientras éste dura disfruto de él como si no hubiera un mañana.

Una de estas personas ha muerto hace pocos días completando un negro 2016 lleno de pérdidas irreparables de gente muy querida. Su hijo nos hizo saber de su muerte en un mensaje corto pero lleno de tristeza que resumía todo el sufrimiento familiar vivido estos meses de hospital y de incertidumbre sobre su salud, y también la determinación del finado de luchar por su vida hasta su último aliento igual que lo hizo cuando tenía que subir las cuestas empinadas de las causas pendientes que no perdidas. «El Manel ha luchado y ha amado mucho, y ahora ya descansa para siempre», decía la nota.

De Manel Andreu se han escrito muchos panegíricos, así que no me extenderé en glosar su figura para no cansar al personal y, sobre todo, para no discriminar a muchos otros héroes de barrio anónimos. Sólo quiero recordar la lección que me dio un día que se me ocurrió comentarle que la lucha vecinal estaba más muerta que viva. Me dijo que estaba equivocada si pensaba que ya no había nada por lo que luchar. La lista de causas pendientes no se acababa nunca y el compromiso de la gente, tampoco. El problema es que al sistema no le interesa visibilizar que es el culpable de tantas desigualdades y mucho menos que hay personas que se organizan y luchan contra ellas.

El azar periodístico me llevó hace unos años a conocer a otro héroe de barrio que murió en 2015. Era Manuel Martínez, mosca cojonera del entonces joven político con ínfulas de estadista Francesc Homs. Martínez tuvo un papel clave para que los presos del franquismo que no se habían beneficiado de la paga simbólica del PSOE recibiesen una pequeña indemnización del gobierno catalán en reconocimiento a su lucha antifranquista. La ley que había aprobado inicialmente CiU –y que parecía hecha a medida del deshonorable president Jordi Pujol- exigía tener documentación que probase las penas sufridas y ser mayor de 65 años. Martínez inició desde el barrio de Sant Martí una campaña para conseguir ampliar la indemnización a los menores de 65 años y lo logró para cabreo de Homs.

El tercer héroe de barrio se recupera de un ictus. La particular lucha de Pere Vallejo se centró en conseguir desde el barrio del Clot que el AVE no agujerease el subsuelo de Barcelona. Ha sido la cara más visible de la plataforma vecinal AVE por el litoral hasta su disolución y, a pesar de no haber conseguido frenar la construcción del túnel, sí que hizo posible que el proyecto se modificase un montón de veces hasta conseguir hacerlo más seguro. Gracias a su lucha y a la de centenares de vecinos entre Sagrera y Sants, hoy las casas no notan ningún temblor y la Sagrada Familia no se ha hundido, aunque esto último no sé si gusta a todo el mundo.

El último héroe de barrio con quien he compartido viaje es Domiciano Sandoval, uno de los responsables de la Marea Pensionista. Gracias a él me he dado cuenta de cómo el perverso sistema nos ha hecho creer que las pensiones públicas son insostenibles. Ahora que están tan de moda los anuncios sobre planes de pensiones privados, valdría la pena recordar las historias de bancos que han quebrado y han dejado a los pensionistas sin un chavo. Así que lejos que tragarnos el mantra del sistema, lo que hay que hacer es reclamar nuestro derecho a una pensión, sobre todo las mujeres, ya que con el retorcido sistema del PP seremos nuevamente discriminadas porque al vivir más años que los hombres, cobraremos menos.

Si todavía no habéis hecho la lista de deseos para el 2017, no olvidéis pedir más héroes de barrio.

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