Maniobras de distracción

Mientras los neumáticos de Seseña continúan humeando como metáfora de la España pepera que autoriza una manifestación nazi y prohíbe las esteladas, los de la tribu catalana seguimos nuestro accidentado camino hacia Itaca. Es cierto que la cosa pinta mal y que la llegada a la tierra prometida a través de las aguas de un Mediterráneo lleno de cadáveres de refugiados ahogados hoy parece más lejos que nunca. Que Jordi Sànchez, alias nicarnenipescado, repita como presidente de la ANC no ayuda mucho, como tampoco lo hace que la CUP afile la hoja de la guillotina de Honorables y que CDC haga ver que renueva el partido para que todo siga igual.

Sin embargo, no puedo dejar de aplaudir la habilidad de los políticos para liarnos con el único objetivo de hacernos creer que son imprescindibles y que sin ellos estaríamos todavía más perdidos. Esta semana se han producido dos maniobras de distracción dignas de destacar si dejamos de lado el esperpento de la guerra de banderas, la repetición de las elecciones españolas y la pinza postelectoral PP-PSOE que se avecina. El recibimiento de Arnaldo Otegi en Cataluña con honores de jefe de Estado ha sido la primera. No negaré el atractivo que este enfant terrible provoca entre una parte de la población femenina catalana, pero el show montado en el Parlamento, el alud de entrevistas en los medios de comunicación patrios y el acto multitudinario en la Fabra y Coats me parecen muy exagerados.

Nunca he acabado de entender esta devoción de los catalanes por los temas vascos sino es por nuestro complejo de inferioridad y por la envida que sentimos porque ellos supieron negociar un concierto económico y nosotros nos conformamos con un régimen general. Nuestro ADN de botiguer nos ha hecho preferir siempre negociar con el adversario antes que dispararle un tiro en la cabeza y así estamos. En Euskadi, la salida del gudari de la prisión ha pasado prácticamente inadvertida igual que los asuntos catalanes hasta que hemos decidido ser independientes. En cambio, en Cataluña Otegi ha aterrizado como si fuera el Mesías, cosa que me hace pensar que si no puede presentarse a lehendakari siempre lo puede hacer a presidente de la Generalitat cuando Carles Puigdemont sea guillotinado por los cupaires.

La segunda maniobra de distracción ha sido el supersábado que ha organizado Convergencia para sacarse las pulgas de la corrupción del pujolismo. No deja de ser curioso que las bases convergentes sigan obsesionadas en salvar a su agónico partido a pesar de saber que con la refundación no hay suficiente para reanimar a una CDC que sobrevive gracias a la respiración asistida que le dan ERC y la CUP. También da risa que la prensa del régimen hable de renovación cuando los que lideran este intento de salvamento son los que siempre han mandado en el partido, sean los nombrados a dedo por Pujol o sus herederos. Además, presentar un candidato alternativo al oficial para hacer ver que hay pluralidad interna y que las cosas no se aprueban a la búlgara como hacen el resto de partidos también es un recurso muy trillado. En este sentido, el triste papel representado por Silvia Requena como contrapunto al incombustible e insípido Francesc Homs ha sido de chiste.

Cuesta recuperarse después de tantas risas, sobre todo si a todos estos chistes se le añade el anuncio de que el patriota Miquel Calçada será candidato al Senado. Entiendo que todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida y que seguramente a nuestro embajador más controvertido se le acaba la bicoca en TV3, así que enviarle a la cámara alta a criar barriga y perpetuar la pretendida democracia ibérica y su monarquía es una honorable salida. Calçada, periodista y exitoso empresario de comunicación del régimen, tiene todos los números de salir escogido senador y esto me tranquiliza porque si la legislatura aguanta, al menos durante cuatro años no tendré que soportar su pedantería televisiva y no hará falta cambiar de canal tan a menudo.

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