El paraíso de las consultas

El presidente Carles Puigdemont tiene un montón de «bombas» sobre la mesa de su despacho en la plaza de Sant Jaume. La precariedad parlamentaria de su gobierno, que pende de la voluntad de la CUP, le obliga a hacer extraños ejercicios de funambulismo político que -más temprano que tarde- acabarán como el rosario de la aurora. Sólo la existencia de un aparato mediático en Cataluña totalmente dócil y más pendiente de la próxima convocatoria de las subvenciones que de hacer un seguimiento crítico de la actualidad informativa, explica el buen trato que reciben el Molt Honorable y los miembros del consejo ejecutivo.

El lío de BCN World es la primera crisis que tiene que afrontar Carles Puigdemont, puesto que ERC y la CUP se oponen a este demencial proyecto -emprendido por Artur Mas, Andreu Mas-Colell y Enrique Bañuelos- que intenta convertir el Campo de Tarragona en una copia de Las Vegas o de Macao. Los tres protagonistas de este delirium tremens ya no están, pero el «chaval» Carles Puigdemont ha recibido la herencia envenenada y no sabe como hacérselo.

Bueno, sí. Ha propuesto la celebración de una consulta a la población de la demarcación de Tarragona para decidir si BCN World tira adelante, aunque el Ayuntamiento de Barcelona ya ha dicho que se ha acabado lo de asociar el nombre de la Ciudad Condal al futuro complejo de casinos de Vila-seca y Salou. El vicepresidente Oriol Junqueras, que además es presidente del consorcio que gestiona este CRT (centro recreativo y turístico), ha subido la apuesta afirmando que la consulta se tiene que hacer en todo Cataluña. Los alcaldes de la zona, que sufren en primera línea la crisis de la desindustrialización del Campo de Tarragona y confían en el «maná» de los casinos y los hoteles para crear empleo, se han sublevado contra la propuesta de Oriol Junqueras y afirman que, en todo caso, la consulta se tiene que limitar a los municipios más directamente concernidos.

Para acabar de liarla, el consejero de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, de quien depende la tramitación urbanística del proyecto, ha dicho que BCN World, tal como se había planteado inicialmente, ya no tiene ninguna razón de ser. Entonces, ¿qué sentido tiene la consulta que propone el Molt Honorable? De esto se llama hacer el ridículo.

La segunda «bomba» que está a punto de estallar es la de las subvenciones que reciben las escuelas religiosas -vinculadas al Opus Dei y a los Legionarios de Cristo- que practican la segregación de sexo en las aulas. La CUP y toda la oposición de izquierdas están en contra de seguir pagando 32 millones de euros anuales a estos 17 centros, pero la consejera Meritxell Ruiz defiende con uñas y dientes la continuidad de estos conciertos, no en balde ella estudió en una de estas escuelas, la Aura de La Canonja, que recibe cada año 1,8 millones de euros.

Me gustará ver qué votan Raül Romeva, Lluís Llach o Germà Bel cuando esta «patata caliente» llegue próximamente al pleno del Parlamento. ¡Nos haremos un hartón de reir! ¿Tal vez el presidente Carles Puigdemont propondrá hacer otra consulta para salir del paso y dilucidar el futuro de estas subvenciones en las urnas? ¡32 millones para las escuelas del Opus Dei y los Legionarios de Cristo son mucho dinero!

Ya puestos en la vía refrendaria helvética, yo tengo un puñado de ideas para hacer «un país mejor» que me gustaría que la Generalitat sometiera a consulta de todos los catalanes:

· ¿Estamos de acuerdo que la entrada de Cataluña por el Alt Empordà esté repleta de prostíbulos que deterioran nuestra imagen ante los europeos?

· ¿Estamos de acuerdo que las autopistas de peaje -que ya están más que amortizadas- dejen de serlo una vez acaben las concesiones?

· ¿Estamos de acuerdo que las tres centrales nucleares (Ascó I y II y Vandellòs II), que han sufrido todo tipo de incidentes, cesen su actividad una vez se acabe la concesión?

· ¿Estamos de acuerdo que los medios de comunicación privados, los sindicatos, las patronales y entidades como el Liceo continúen recibiendo subvenciones hipermillonarias de la Generalitat?

· ¿Estamos de acuerdo en mantener seis niveles de administración: ayuntamientos, consejos comarcales, diputaciones, Generalitat, Gobierno español y Comisión Europea?

· ¿Estamos de acuerdo en dejar que la empresa Iberpotash continúe polucionando la comarca del Bages y la cuenca del Llobregat sin respetar el principio de «quien contamina, paga»?

· ¿Estamos de acuerdo en el monocultivo ganadero del cerdo, que provoca graves estragos en el medio ambiente?

Etc., etc.

Después del simulacro del 9-N y mientras esperamos «la madre todos los referéndums», yo animo al presidente Carles Puigdemont a perseverar en el camino de las consultas. Pero sin hacer trampas al solitario. ¡Hagámoslo bien!

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