Este miércoles hará un mes que los falsos autónomos subcontratados por Movistar iniciaron una huelga indefinida en Barcelona. En Madrid empezaron un mes antes. Bautizada con el nombre de «la rebelión de las escaleras», por la herramienta que utilizan algunos de ellos para las instalaciones de líneas, o «la marea azul», por la vestimenta de los empleados que hace juego con el color de la firma, lejos de echarse atrás, los trabajadores amenazan con incrementar el tono de sus reivindicaciones.
El gigante de las comunicaciones español opera del mismo modo que las grandes multinacionales: sin tener en cuenta el incremento de beneficios y la expansión por el globo terráqueo, Movistar ha ido acumulando beneficios a la vez que ha adelgazado su plantilla. La empresa tiene 50.000 trabajadores menos que hace 20 años porque le sale más barato subcontratar.
Los falsos autónomos, porque a pesar de no formar contractualmente parte de la plantilla trabajan directamente para Movistar, se quejan que trabajan entre 10 y 12 horas al día, domingos incluidos, por 700 o 800 euros brutos al mes.
A pesar de la poca difusión de la huelga en los medios de comunicación, las redes hierven con la etiqueta #resistenciaMovistar y #Relenalascajas, en alusión a la caja de resistencia creada para sufragar los gastos de la huelga indefinida.
