El problema no es la Comisión, es el país

Las críticas contra la Comisión de Investigación del caso Pujol y los diputados que la componen se han intensificado después de la comparecencia de la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, y de la ex-compañera de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Alvarez. Meritxell Borràs, la portavoz de CiU en la Comisión, viene diciendo, desde el primer día, que su utilidad es nula y que sólo sirve para intentar ensuciar la memoria del ex-presidente de la Generalitat y a su partido.

Lógicamente, a CiU no le hizo ninguna gracia que se creara esta Comisión, pero su socio parlamentario, ERC, no se vio con ánimos de negarse a la petición del resto de partidos y decantó la balanza a favor de su constitución. El acuerdo de estos dos grupos fue diluir el papel de Jordi Pujol y ampliar el espectro del trabajo de la Comisión. La bautizaron como «Comisión de Investigación sobre el Fraude y la Evasión Fiscal y las Prácticas de Corrupción Política». Cabía todo, pero finalmente la confesión del ex-presidente de que tuvo dinero escondido en el extranjero durante 34 años y los negocios turbios y los problemas con Hacienda de sus hijos han centrado, hasta ahora, sus trabajos.

En estos meses, los diputados que han participado en esta labor lo han hecho mejor o peor, se han preparado más o menos sus intervenciones, pero no han desentonado del funcionamiento parlamentario catalán en otras comisiones o en el propio Pleno. Quien ha desentonado es Catalunya. La Catalunya que hemos conocido gracias a la creación de esta Comisión es la que no quieren ver muchos catalanes y catalanas. La Catalunya que toleró que cientos de personas entraran en el Parlament para abuchear y agredir a diputados socialistas, en 1984, cuando Jordi Pujol les acusaba de atacar a Catalunya a raíz de la querella de Banca Catalana.

Muchos de los que critican a la Comisión de Investigación del caso Pujol pretenden cerrar los ojos ante el descubrimiento de la Catalunya que hemos tenido en los últimos treinta años y matar al mensajero. El espectáculo no lo dan los portavoces de la Comisión de Investigación. El espectáculo lo ha dado el país. Desviar la atención y las quejas hacia los parlamentarios que han subido el telón es apostar porque aquel espectáculo, aquel triste espectáculo, continúe.

(Visited 29 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario