El Partido del Presidente

Pienso que este próximo 9-N los catalanes que lo quieran tienen que poder ir a votar. Resulta absurdo impedir, desde el Tribunal Constitucional, una consulta participativa que, como ha dicho el presidente Artur Mas, no tiene ningún valor jurídico ni político. Es una reformulación del «divertimento» de Arenys de Munt, pero esta vez impulsado desde el Palacio de la plaza de Sant Jaume. Se equivocará Mariano Rajoy si impugna esta convocatoria: prohibirla es cargar de razones victimistas –que siempre son muy rentables sentimental y electoralmente- a quienes propugnan la secesión de Catalunya.

Pero yo no iré a votar el 9-N (versión B). Y no porque lo considere una tomadura de pelo –que lo es- sino porque quien se ha sacado de la manga esta consulta light es Artur Mas, un político que está totalmente deslegitimado para ocupar el cargo que ostenta. Hasta que no se aclare totalmente la procedencia y la titularidad del dinero que encontraron a su familia en Liechtenstein y en Suiza, Artur Mas no puede continuar ni un día más en la presidencia de la Generalitat. Esto sería impensable en un «país normal» y ningún mandatario europeo osaría eludir sus responsabilidades y «enrocarse» como lo hace Artur Mas.

Me sorprende la ingenuidad de los partidos políticos –especialmente de ERC y la CUP- que han decidido sumarse, de manera entusiasta, a hacer que la movilización por el 9-N (versión B) sea un éxito. ¿Es que no ven la jugada? Artur Mas y CDC saben que lo tienen muy mal de cara a las próximas elecciones municipales, generales y autonómicas. El descrédito de la corrupción (caso Pujol, caso Millet y la larguísima lista de chanchullos que acompaña la trayectoria política de CiU) y los brutales recortes perpetrados en los últimos años hacen que sus expectativas electorales sean catastróficas.

Con la operación del 9-N (versión B), Artur Mas intentará apuntarse el éxito de participación que pueda haber y con los resultados de la «consulta participativa» en la mano lanzará la fórmula del Partido del Presidente. En el nombre de la sacrosanta «unidad» y del transversalismo, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural apoyarán fervorosamente este proyecto, que se basará en el hiperliderazgo de Artur Mas y en la «lista de país» –encabezada por él, of course– en las próximas elecciones autonómicas, sean anticipadas o no. De este modo, CDC camuflará su previsible debacle y ganará tiempo para refundar el partido con otro nombre.

ERC, la CUP, la ANC y Òmnium Cultural son, sin ser conscientes, «títeres» de esta genial maniobra. Impulsando animosamente el 9-N (versión B) están ayudando a crear el Partido del Presidente y, a la vez, cavando su propia fosa política. Entonces, cuando se dé cuenta del monumental engaño, Oriol Junqueras sí que tendrá motivos para llorar…

Artur Mas es el heredero y el último exponente del pujolismo, un sistema corrupto y perverso de poder que ha «secuestrado» a Catalunya durante los últimos 34 años. Tengámoslo claro. Admiro la buena fe y el voluntarismo de la ANC y comparto su ilusión de crear un «país nuevo». Pero este «país nuevo» nunca lo construiremos en base al pujolismo y, todavía menos, con el liderazgo de Artur Mas. ¡No seamos ilusos! Por poner un ejemplo: si el presidente de la Generalitat quisiera, de verdad, hacer tabula rasa con el pasado ya habría destituido hace semanas al consejero Felip Puig, el íntimo amigo y cómplice de las «mordidas» de Jordi Pujol Ferrusola.

Votar este 9-N (versión B) es hacer el juego y dar un cheque en blanco al presidente Artur Mas y a todo aquello que representa y ayudarlo en su personal huída hacia adelante. Por eso no iré a votar: ni sí-no, ni sí-sí, ni no. Mi papeleta no servirá para consolidar la continuidad de este oportunista que, además, nunca ha sido independentista. Todos los que participen en el «divertimento» de este 9-N considero que avalarán, les guste o no les guste, el sistema corrupto que hemos sufrido y actuarán como ‘tontos útiles’ del pujolismo decadente.

Yo creo en una nueva Catalunya. Independiente, si la gente así lo quiere, aunque considero que el proceso está muy verde, tanto a escala interna como internacional. Pero, por favor, primero tenemos que derrocar a la vieja Generalitat, limpiar a fondo los cimientos del catalanismo político y erigir un modelo transparente de país y de administración. No podemos construir el futuro radiante que todos deseamos sobre unas raíces carcomidas y podridas.

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