El pasado sábado, cuando Artur Mas firmó el decreto de convocatoria de la consulta del 9 de noviembre, sólo TV3 pudo moverse sin problemas por el Palau de la Generalitat. El resto de medios de comunicación televisivos tuvieron que conformarse con la señal que les servía la televisión autonómica.
Esta decisión evitó que se vieran imágenes completas de la plaza de Sant Jaume tomadas desde el interior del Palau de la Generalitat, cuando Artur Mas bajó a saludar a la gente que se había concentrado allí. El enfoque de las cámaras de TV3 no permitía ver hasta dónde estaba llena la plaza. Se evitaron, pues, rincones vacíos y sensación de poca asistencia.
Se repetía así la misma maniobra que vivió la plaza de Sant Jaume hace 30 años, cuando Jordi Pujol convocó una manifestación de apoyo en la que ningún medio pudo disponer de fotos aéreas fidedignas del grado de ocupación del recinto. La Vanguardia contrató un helicóptero desde el que se tomaron fotografías de la plaza. No se llenó del todo, pero las fotos, convenientemente recortadas, daban la sensación de que había más gente de la que realmente estuvo allí ese día.
La historia se repite. No han cambiado tantas cosas en 30 años.
