Dos brotes de legionela han causado ocho muertos y unos cuarenta afectados en Sabadell y Ripollet. Ocho muertos. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho personas muertas. Con familiares y amigos que han vivido entristecidos por la pérdida de la persona amada y por la lejanía de los máximos responsables de la salud pública en Catalunya.
¿Dónde han estado el consejero de Salud, Boi Ruiz, y el presidente de la Generalitat, Artur Mas, a lo largo de esta crisis dolorosa? La tentación de acusarles de preocuparse exclusivamente del proceso soberanista y de olvidar sus otras responsabilidades políticas es casi insuperable.
En los hospitales de Sabadell y Ripollet donde estaban los pacientes que han muerto se ha escuchado muchas críticas a la ausencia de las autoridades sanitarias y políticas. «¿Es que los ciudadanos de Sabadell o Ripollet somos menos importantes que otros catalanes?», Se pedían. También se preguntaban si esta negligencia se hubiera producido si los fallecidos fuesen de Vic o Banyoles.
La muerte de ocho personas no puede ser ignorada por el presidente de la Generalitat y su consejero de Salud. No pueden delegar, como han hecho, todo el peso de esta crisis en el secretario de Salud Pública, Antoni Mateu.
La sensación que deja es que Artur Mas y Boi Ruiz están para inaugurar instalaciones sanitarias y congresos de médicos, pero no para preocuparse por los catalanes cuando mueren por culpa de negligencias como las que se han producido en este caso.
