Aliança Catalana y Vox, hijos bastardos del ‘Procés’

No sabemos aún cuántos escaños tendrá la ultraderecha en el Parlament que saldrá de las elecciones de este domingo 12 de mayo. De la ultraderecha españolista recentralizadora de Vox las encuestas dicen que podría perder uno de los once escaños que logró hace tres años, y de Aliança Catalana dicen que puede obtener entre uno y siete.

Si miramos los actos de esta campaña, los partidos que han llenado en la mayoría de actos los espacios en los que se hacían son PSC, Vox, Aliança Catalana y el PP. Éste último sobre todo con los baños de masas de Isabel Díaz Ayuso y Feijóo en las calles y plazas. También los ha llenado Puigdemont en Argelés con militantes y simpatizantes llegados en autocar del otro lado del Pirineo. La asistencia a los actos de Esquerra Republicana, Comuns y la CUP está siendo mucho menor que en anteriores campañas y auguran el descenso que apuntan todas las encuestas. Descenso que para la CUP y los Comunes puede ser letal. De hecho, creo que Aliança Catalana podría superar en votos y escaños a la CUP y los Comunes siendo una de las sorpresas de la noche.

No hay fuga de votos de los Comunes hacia Aliança, pero sí que habrá de la CUP hacia Orriols. Y también escaparán de Vox hacia Aliança. Porque no es ningún secreto que los partidos digamos más transgresores o folloneros siempre atraen los votos de jóvenes, de abstencionistas y de desencantados que eligen su papeleta como voto de protesta. Y ahora el voto follonero es sin lugar a dudas Aliança Catalana. Vox en anteriores comicios ha obtenido el voto de mucha gente que no comparte aspectos de su ideario como los valores morales ultramontanos de Ignacio Garriga y Jorge Buxadé ni su rechazo a la Agenda 20/30, pero votaban a Vox bien por ser el único que tenía una postura sin matices a favor de la unidad de España, contra el separatismo y el estado autonómico, bien por ser el único que tiene un discurso duro hacia la inmigración. Un fenómeno parecido al de Aliança Catalana que recibirá votos de personas, independentistas o no, muy cabreadas con la gestión de la inmigración o por la problemática de seguridad en sus barrios, y también de personas que creen que se les engañó con el ‘Procés’ y la independencia de ocho segundos que piensan que tendría que haber seguido adelante.

En Salt, por ejemplo, Vox en las pasadas elecciones quedó en tercer lugar obteniendo cuatro concejales, y me consta que muchos de los que votaron a Vox en las municipales, habían votado en las pasadas elecciones generales o autonómicas a partidos independentistas y se decidieron por la papeleta de Vox por su postura frente a la inmigración. Y ahora muchos de estos votantes tendrán el domingo una papeleta independentista que realiza planteamientos similares a los de Vox en cuanto a inmigración y seguridad. Abascal lo sabe y por eso está haciendo esta semana actos todos los días en Catalunya y dejándose ver en lugares como Manresa o Salt.

Antes de la irrupción de Vox España era una excepción europea en lo que se refiere a la presencia de partidos ultras en los parlamentos autonómicos y el Congreso de los Diputados. Sí que hubo Plataforma per Catalunya pero no pasó del ámbito municipal. Yo mismo decía y digo que la gente en España y también en Cataluña es menos xenófoba que en otros países europeos y hasta hace cinco años ningún partido ultra había llegado a ningún parlamento. Y es que con el miedo a perder la identidad debido a los que vienen de fuera, las problemáticas ciertas derivadas de la precariedad o costumbres diferentes, el rechazo a la inmigración y haciendo propuestas simplistas ante problemas complejos, no era suficiente para consolidar aquí un proyecto político como el del Frente Nacional de Francia o la Liga Norte de Italia.

Aquí ha sido necesario otro elemento que afecta también a la identidad y al miedo a perderla. Vox no dio el salto mediático y electoral hasta que Ortega Smith empezó a salir a los medios haciendo de acusación popular en las causas del ‘Procés’, mostrando a Vox como el verdadero defensor frente a quienes querían romper España. Y, una vez el ‘Procés’ ha pinchado, Sílvia Orriols ha conseguido algo parecido: rentabilizar el efecto emocional frente a los bárbaros atentados del 17 de agosto, metiendo a casi todos los inmigrantes en el mismo saco. No diciendo que todos sean terroristas, sino que la mayoría vienen aquí a no dar golpe y vivir de nuestros subsidios. Y, además, al tener otros valores y no aprender catalán, decir que quieren acabar con Cataluña. Orriols, añadiendo el otro componente de acusar a Junts y Esquerra de echarse atrás a la hora de romper con España cuando teníamos la independencia que muchos creían inminente a la vuelta de la esquina, ha construido como Vox un argumentario de dos caras. Y es que en el fondo Vox y Aliança Catalana se parecen, al ser, por decirlo de algún modo, hijos bastardos del ‘Procés’.

(Visited 111 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario