El presidente Artur Mas está decidido a llegar hasta el final en la convocatoria de la consulta del 9-N, según explican fuentes de Presidencia de la Generalitat.
En la plaza de Sant Jaume están totalmente convencidos que el Tribunal Constitucional suspenderá la Ley catalana de consultas a instancias del Gobierno central. Ante esta situación, la estrategia de la Generalitat será colocar urnas y papeletas de voto en todo el territorio catalán el 9-N, a pesar de que no se podrá celebrar legalmente el referéndum y la gente no votará porque no habrá censo electoral. Se busca una imagen de choque: urnas vacías para ejemplificar la oposición del Gobierno español a la consulta.
Como es obvio, la clave para el éxito de esta performance es que los medios internacionales se hagan un amplio eco de este simulacro de referéndum con urnas pero sin votantes para ilustrar la animadversión del Gobierno español a una consulta democrática.
De aquí que esta estrategia vaya acompañada de una intensa campaña de relaciones públicas con los periodistas de los medios de comunicación extranjeros, como se ha hecho en las últimas semanas y, de manera especial, durante la pasada Fiesta de Sant Jordi, en que Presidencia de la Generalitat invitó a un grupo de 25 corresponsales de Madrid. Toda vez que la vía diplomática para la internacionalización del ‘proceso’ catalán se ha constatado que no funciona, ahora se quiere jugar a fondo desde la plaza de Sant Jaume la vía mediática, mucho más accesible y permeable.
