La lucecita de Artur Mas se está apagando. Veo al presidente cada vez más solo y aislado, sin ánimo ni moral. A pesar de los aparentes síntomas de reactivación económica de los últimos meses, la dura realidad del día a día se está imponiendo rápidamente: estamos entrando en una nueva sacudida recesiva que acentuará, todavía más, la emergencia social que sufre Catalunya. La conflictividad se agravará en los barrios y en las ciudades y la Generalitat –que tiene competencias plenas en aspectos muy sensibles de la vida de los catalanes (sanidad, servicios sociales, educación, juventud, dependencia, apoyo a los ayuntamientos…)- quedará completamente colapsada y desbordada para reaccionar con eficacia ante la depauperada situación del país.
Inevitablemente, la «canción de la consulta» también pasará de moda. Con el «no» de la Comisión Europea, del gobierno español y de la OTAN, el presidente Mas sabe que esta vía está condenada, de antemano, al fracaso. Además, la pretendida unidad de los partidos del «frente de la consulta» ha saltado por los aires al plantearse el reto de elaborar una candidatura conjunta para las próximas elecciones europeas. Incapaz de romper con Unió, ni ERC ni ICV-EUiA ni la CUP no han querido saber nada de la propuesta lanzada por Convergència. El panorama es tan confuso que ni siquiera se ha podido consensuar un punto común sobre el ‘derecho a decidir’ en los respectivos programas electorales. Sencillamente, espeluznante.
Artur Mas no es consciente, pero a su espalda todo el mundo ya lo da por amortizado y acabado. Empezando por sus socios de Esquerra Republicana, que le están dosificando el oxígeno parlamentario al mínimo para mantenerlo políticamente vivo, pero en coma. En cualquier momento, CiU puede perder una votación en la Cámara catalana e, inmediatamente después de las elecciones europeas, se pueden precipitar los acontecimientos que nos conducirán –con el permiso del PP- a unas elecciones anticipadas. Esto ya no se aguanta por ningún lado.
Perdido y desconcertado, el presidente de la Generalitat se arrastra por la trepidante actualidad como un alma en pena. Sólo desde esta obnubilación se pueden interpretar sus increíbles palabras del pasado sábado día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, cuando intentó contraponer «el ogro de Madrid» con «la princesa de Catalunya». Según Artur Mas, Madrid tiene «reacciones basadas en el orgullo propio, en la dureza, el ordeno y mando, en una posición muy hard«, mientras que en Catalunya somos de «trato y pacto» y tenemos «valores más soft«, «de darnos la mano y decir ‘de acuerdo'», derivados de nuestra tradición comercial e industrial.
Por favor. Los catalanes, cuando se nos ha presentado la oportunidad, hemos sido unas bestias asesinas, como otros muchos pueblos del mundo que han tenido en el pasado, como nosotros, pulsiones expansionistas. No se trata de autoflagelarnos, pero tampoco de hacernos pasar por unos ‘angelitos’ que no hemos roto nunca un plato. Arrebatamos Lleida, Tarragona, Tortosa, Valencia, Murcia y las islas Baleares a los musulmanes que vivían allí tranquilamente, y no precisamente con la estrategia negociadora del «trato y pacto», sino con un enorme derramamiento de sangre. La ‘venganza catalana’ provocó una mortandad en Bizancio, expulsamos a los judíos y a los moriscos y la Santa Inquisición –muy presente en nuestra tierra cuando éramos «libres»- condujo a la hoguera a miles de mujeres inocentes. Los catalanes también fuimos unos linces en el abominable comercio de esclavos africanos y este negocio es el origen de nuestra alta burguesía que industrializó el país. ¿Estos son los «valores soft» que pregona el presidente Artur Mas?
Todos tenemos nuestra historia, pero no podemos ser esclavos del pasado. La política, dicen, es el arte de lo posible. Artur Mas lo ha entendido mal y ha convertido la política catalana en el arte de lo imposible. Tengámoslo claro: Catalunya independiente dentro de la UE y de la OTAN no puede ser. Podemos hacer una pataleta de niño mimado, pero no puede ser. ¿Catalunya independiente fuera del euro, de la UE y de la OTAN? ¿Dónde están los ‘almogávares’ que se apuntan? (Silencio…).
