Deslumbra a Barcelona, pero es una ruina

El holding Mittal, con sede fiscal en Luxemburgo, creció de manera desorbitada gracias a las privatizaciones que se efectuaron en los países socialistas
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Este año, los reyes magos de Oriente han llegado a Barcelona antes de tiempo. En concreto, el «rey del acero» lo hizo el pasado 5 de diciembre y, durante tres días, él, su familia y sus invitados, según calcula el alcalde Xavier Trias, gastaron unos 60 millones de euros en hoteles, tiendas y empresas de la ciudad.

El hindú Lakshmi Mittal pasa para ser el quinto hombre más rico del planeta, según la clasificación de Forbes. Controla el 43,3% del grupo ArcelorMittal Steel Company, primer productor mundial de acero y propietario de explotaciones mineras en los cinco continentes. Su sobrina, Shristi Mittal, de 26 años -que trabaja como directora de Global Resources a la división europea del grupo- se ha casado con Gulraj Behl, un ejecutivo de la banca HSBC y decidieron celebrar una boda alucinante en Barcelona.

Conflictos en Francia
Pero el ‘rey del acero’, que ha dejado caer esta dichosa lluvia de dinero en la capital de Cataluña, es un personaje muy controvertido en otros países europeos. Debido a la coyuntura económica mundial adversa y del gran endeudamiento que soporta debido a la alocada política de compras que ha hecho en los últimos años, el grupo ArcelorMittal está, en la actualidad, en plena reestructuración empresarial.

Ha parado la producción de la fábrica de Grandrange (Francia) y, después de un sonado conflicto social, ha abandonado la planta de Florange, en la región francesa de Lorena. En Bélgica también ha provocado un terremoto con el anunciado despido de 1.300 trabajadores de los altos hornos de Lieja. El pasado 15 de octubre, un trabajador de esta fábrica, Alain Vigneron, se suicidó. En la carta de despedida dirigida a su familia decía: «Sabéis que os quiero, pero el Sr. Mittal me lo ha quitado todo: el orgullo, la buena educación y el coraje de luchar por mi familia».

Huída adelante
De origen humilde, Lakshmi Mittal empezó a trabajar en el taller metalúrgico de su padre en Calcuta. La primera gran operación la realizó con la compra de unos altos hornos en quiebra en Indonesia, en 1976. Su estrategia empresarial siempre ha sido la misma: comprar industrias en crisis y hacer drásticas reducciones laborales para obtener rentabilidad. Repitió la jugada en 1989 en Trinidad y Tobago y, al caer el Muro de Berlín, se lanzó a la compra compulsiva de las viejas industrias del bloque soviético. De este modo, tiene instalaciones para la producción de acero en Kazajstan, Rumanía, República Checa, Polonia, Ucrania, Macedonia, Bosnia…

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