Laporta quiere tapar con el dinero extra de Nike la chapuza de Barça Studios

Se plantea utilizar los 100 millones de 'signing bonus' que le reclama, a cambio de renovar con la firma norteamericana por diez años más, en compensar los impagos acumulados de una palanca que amenaza seriamente con colapsar la economía azulgrana

Joan Laporta

El reloj juega demasiado en contra del Barça como para que el desenlace económico del curso acabe bien, sobre todo porque quien va a tomar las grandes decisiones no será otro que el presidente, Joan Laporta, sin más asesoramiento que su compulsiva, improvisada y reconocida impericia en este tipo de situaciones. A menos de dos meses del cierre del ejercicio, las alarmas siguen encendidas en relación con el agujero provocado por el impago de Barça Studios por los 40 millones adeudados desde el año pasado y por los 60 millones que deben hacerse efectivos el 15 de junio próximo, es decir en apenas cinco semanas. Aunque Laporta y su junta sostienen que pronto habrá buenas noticias, dejando entrever que dinero del Oriente Medio podría llegar a tiempo de socorrer el descalabro, su credibilidad no sería precisamente elevada, pues este mismo discurso de confiado optimismo y certeza en la resolución de un grave conflicto financiero se viene repitiendo a lo largo de los meses sin que el panorama, al contrario, mejore.

Los medios apuntan en otra dirección que no se sabe si es fruto de una filtración fiable, de una ocurrencia del propio presidente -puede que de alguno sus compañeros de junta- o de los palmeros que viven de alimentar con información tuneada a periodistas y a los canales laportistas de Twitch y YouTube. Informaciones que aseguran que Laporta estaría meditando acelerar el cierre del acuerdo de renovación del contrato con Nike para dedicar íntegramente el signing bonus del que se habla, de 100 millones, a sofocar el incendio de Barça Studios.

La propia naturaleza de la solución no haría más que agudizar el problema, sería dar otra patada hacia adelante que, en definitiva, solo prolongaría en el tiempo el agravio y la inseguridad de una de las chapuzas financieras más destacadas de la administración laportista.

Lo sería porque, en primer lugar, anularía el efecto deseado de ese final de conflicto con Nike, tan luchado y perseguido, de aumentar los ingresos por la vía de la explotación del fabricante de la camiseta, uno de los patrocinios más importantes junto con el del frontal publicitario firmado en su día con Spotify. Laporta, que se había hartado de reclamar el reconocimiento del verdadero valor de mercado de la camiseta, conseguiría, por un lado, un aumento del fijo y de los royalties por las ventas para los próximos 10 años, pero, por otro, si se da ese supuesto de un premio extra de 100 millones por la firma del nuevo contrato, no mejoraría sustancialmente los ingresos.

Los 100 millones extra de Nike compensarían el efecto de la provisión contable exigida en caso de confirmarse el impago, de modo que todo el esfuerzo del regateo y de superación de los problemas comerciales de los últimos años se habrían esfumado en el mismo momento de la firma, eso siempre y cuando se pudiera cerrar el acuerdo antes del 30 de junio.

Algunas informaciones precisan que el adelanto de ese signing bonus de 100 millones reduciría en 10 millones anuales el acuerdo del incremento fijo de 15 millones, lo que supondría limitar a solo 5 millones los ingresos efectivos de seguir diez años atados a Nike. Un negocio extraordinario para el fabricante norteamericano, sin duda.

El propio desliz de la filtración puede acabar siendo una irresponsabilidad de doble perjuicio, pues delata la presunta incapacidad de Laporta para encontrar inversores que crean en Barça Studios y al mismo tiempo pone en alerta a Nike sobre una herramienta ventajista a la hora de negociar y cerrar el acuerdo. Si Nike conoce esa urgencia, puede presionar al Barça en el tramo final de una negociación que, por otra parte, se da por hecho que avanza en la dirección adecuada, si bien sin ninguna prisa por la otra parte contratante.

No existe tampoco constancia de que así sea, pues Nike es monolítica en cuanto a cifras y estado de las negociaciones y del bando azulgrana, solo se sabe lo que a la junta de Laporta le interesa en cada momento y circunstancia. Hace apenas unas semanas, las diferencias eran insalvables al mismo tiempo que se barajaban, aunque solo en ese ilusionismo mediático que todo lo gobierna, las alternativas de un aterrizaje inminente de Puma o de la auto fabricación, distribución y venta de la camiseta bajo una marca propia. De pronto, esas opciones desaparecieron y se hizo el silencio porque finalmente se abrió una puerta a la negociación y el diálogo, en principio con la finalidad de restaurar la buena relación y abordar mejoras contractuales para el Barça.

En la práctica, sin embargo, lo único que trascendió fue que un juez había dictado medidas cautelares en relación con el cumplimiento del contrato vigente por parte del FC Barcelona, posiblemente incluyendo la prohibición expresa de negociar de un modo abierto un contrato con otras marcas a menos de dos años de la finalización del actual.

El hermetismo suele acompañar hasta ahora a las peores y más controvertidas gestiones de Laporta, cada día más lejos de querer ofrecer a los socios explicaciones, información y transparencia de los asuntos capitales con la excusa de la confidencialidad exigida por los negociadores del otro lado de la mesa. Laporta, es evidente, se siente más cómodo y con las manos más libres para hacer y deshacer a su antojo sin ningún control interno estatutario ni bajo la presión social derivada del debate y el trasiego mediático.

En cualquier caso, otras fuentes cercanas a Nike sí puntualizan que las relaciones se habían degradado a un extremo que, pese a la tregua reciente y la predisposición a retomar el diálogo, han dejado un rastro de malestar profundo y de recelo, obligando a las partes a trasladar esa tensión a los tribunales. Nike quiere mantener un vínculo tan fuerte y arraigado como el del Barça, pero desde luego sigue teniendo la sartén por el mango y el deseo de marcar su propio tempo, de modo que si Laporta quiere acelerar un nuevo acuerdo no tendrá otro remedio que aceptar las condiciones y las rebajas que le impongan a cambio de tapar con el dinero extra de Nike el desastroso negocio de Barça Studios. No tiene buena pinta por más que, cuando llegue el momento, sin duda se presentará como el mejor contrato de todos los tiempos. Lo mismo que el suscrito con Spotify, que no llega al nivel de ingresos de otros grandes.

Y aun así, el problema de la pérdida del valor de la compañía, que contablemente deben asumir las cuentas del club, seguirá sin resolverse, como el tercer pago de 60 millones previsto para el 15 de junio de 2025.

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