¡A cagar a la vía!

Yo he mamado el pujolismo convergente. Buena parte de mi familia lo es, les quiero y me entiendo sin ningún tipo de problema. Pero los compadezco: ser convergente es, sin duda, uno de los ejercicios políticos más difíciles y dolorosos que hay. Es el «coitus interruptus» permanente.


Las declaraciones del presidente de la Generalitat a Mònica Terribas (la ‘morterada’ que cobra de Catalunya Ràdio es indecente, vista la pobre calidad de su programa) han sido como un jarro de agua fría para la parroquia soberanista, ¡y esto a seis días de la Vía Catalana! Por mucho que los exégetas periodísticos de Palau digan que no quería decir aquello que todos hemos entendido, Artur Mas nos ha dejado dicho, en este inicio de curso político:

 

1. No habrá consulta independentista en 2014

 

2. Agotará su mandato hasta el 2016 con la zanahoria de unas elecciones plebiscitarias. Pero debemos tener en cuenta que antes, en 2015, habrá elecciones generales españolas que, como es previsible, enterrarán la mayoría absoluta del PP y abrirán un amplio abanico de pactos donde CiU, sin duda, querrá estar para mojar.

 

Ya dije en el anterior artículo publicado en este diario que, como que no soy independentista, no iré a la Vía Catalana de este Once de Septiembre. Pero es que si fuera independentista, tampoco iría, después del enredo monumental – o traición dicho de otra manera- que acaba de verbalitzar el presidente Mas.

 

¿Cómo se tienen que sentir los miles de personas que han comprado la camiseta amarilla a 12 euros -y, tal vez, el zurrón con la bebida energética ¡Desperta ferro! que comercializa el espabilado de Ramon Carner, presidente del Cercle Català de Negocis- después del engaño que les ha hecho el presidente de la Generalitat? ¿De qué sirve todo el enorme esfuerzo de hacer la Vía Catalana si quien la tiene que bendecir da la espalda a los animosos participantes?

 

Después de la entrevista en Catalunya Ràdio y del artículo de intoxicación «a medida» publicado desde Madrid por la revista ‘Tiempo’ -la familia Asensio está eternamente agradecida a Jordi Pujol y a «la Caixa» y, por lo tanto, siempre hará lo que le manden- toda la épica política de la Vía Catalana se va a pique. ¿Manifestarse para qué? ¿Para apoyar, con una sardana de 400 kilómetros, la anunciada entente entre CiU y PP, formalizada en la reunión «secreta» de Artur Mas y Mariano Rajoy del pasado 29 de agosto?

 

Ayudaré a los atormentados y decepcionados soberanistas a desencriptar la traición del presidente de la Generalitat:

 

1. Convergència i Unió son así y esto es, la versión moderna de la Lliga Regionalista, con Francesc Cambó sufragando el golpe de estado del general Franco: «España, antes rota que roja» (los fascistas lo decían al revés, pero en el fondo querían decir lo mismo)

 

2. A cambio de posponer «ad calendas graecas» el referéndum secesionista, a buen seguro que las familias Mas y Pujol no tendrán que sufrir nuevas acometidas de la UDEF de Jorge Fernández Díaz por próximos y remotos paraísos fiscales

 

Quién sale con el culo al aire de este golpe de timón de Artur Mas es el buen chico de Oriol Junqueras. En Palau le han afeitado la barba y parece que todavía no se ha dado cuenta. Si fuera tan buen historiador como presume, sabría que su partido, Esquerra Republicana de Catalunya, nació como contraposición al asqueroso pactismo derechoso de la Lliga Regionalista. «Viva Macià, muera Cambó!», gritaba la gente el día de la proclamación de la II República. Hoy y ahora, el talento político del alcalde de Sant Vicenç dels Horts ha convertido a ERC en la rama adulta de la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC).

 

Habíamos zarpado hacia Icaria… y nos hemos quedado en Cambrils donde, como en tantos otros municipios de Catalunya, CiU gobierna en coalición con el PP.

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